Page 134 - Auge y caída del antiguo Egipto
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de  la  creación.  Todo  el  conjunto  fue  diseñado  para  ser  nada  menos  que  un
               microcosmos del universo.

                  La mayor novedad de todas fue la decoración de las paredes de la cámara y la

               antesala mortuorias con columnas y columnas de textos, pintados de azul para
               recordar  al  abismo  acuático  del  inframundo.  Los  llamados  «Textos  de  las

               Pirámides»  constituyen  el  corpus  de  literatura  religiosa  más  remoto  que  ha

               llegado  hasta  nosotros  del  antiguo  Egipto,  y  el  único  gran  corpus  de

               inscripciones  del  Imperio  Antiguo.  Representan  una  variopinta  colección  de
               oraciones, conjuros e himnos, todos ellos destinados a ayudar al rey en su viaje

               de  ultratumba  al  reino  cósmico  para  unirse  a  las  indestructibles  estrellas

               circumpolares. El lenguaje y las imágenes de algunos de sus enunciados sugieren
               que se remontan a muchos siglos atrás, quizá a los mismos albores de la historia

               egipcia; otros seguramente son de nuevo cuño y corresponden al período final de

               la V Dinastía.

                  Los conjuros, encantamientos y oraciones debieron de desempeñar su papel en
               todos los funerales regios y en todos los reales cultos funerarios. Pero la idea de

               inscribirlos de forma permanente en las paredes de la tumba del rey, a fin de que

               sirvieran para toda la eternidad, fue una innovación del reinado de Unis. Y no es
               que  estuvieran  simplemente  grabados  de  mala  manera  en  cualquier  superficie

               disponible;  lejos  de  ello,  la  meticulosa  disposición  de  los  textos  en  distintas

               paredes  estaba  concebida  para  reforzar  la  «geografía  simbólica»  de  la  propia
               pirámide.  Los  textos  explícitamente  relacionados  con  el  inframundo  se

               concentraban en la cámara mortuoria, mientras que la antecámara se identificaba

               con el horizonte, el lugar de renacimiento desde donde el rey podía ascender a
               los cielos. De ese modo, los jeroglíficos y la arquitectura se complementaban y

               reforzaban mutuamente, incrementando el poder mágico destinado a garantizar

               la resurrección de Unis.

                  Pero había algo más en juego que la simple magia. El rey podía confiar en que
               le aguardaba un glorioso renacimiento porque imponía una obediencia absoluta,

               y no solo a los mortales, sino también a los dioses. Por lo que se refería a la
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