Page 284 - Auge y caída del antiguo Egipto
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batalla con esposas extranjeras además de bienes materiales. Los cautivos y las
concubinas que hicieron el largo viaje hasta el valle del Nilo provocarían una
transformación de la sociedad egipcia, integrándose en sus comunidades de
acogida y convirtiendo el Egipto del Imperio Nuevo en un país auténticamente
cosmopolita, una consecuencia del todo inesperada de las aventuras imperiales
de Egipto. El valle del Nilo siempre había sido un crisol de pueblos y culturas,
donde las influencias mediterráneas y africanas coexistían y se fecundaban
mutuamente. Desde tiempos prehistóricos, Egipto había acogido favorablemente
a los inmigrantes de otras tierras, dado que estos se integraban por completo y
adoptaban las costumbres egipcias. Incluso en el apogeo de la Era de las
Pirámides, cuando el chovinismo y la confianza de Egipto en sí mismo no tenían
límite, un ciudadano nacido en Menfis podía codearse con un carpintero de
navíos de Kebny o un mercenario de Nubia, por más que estos hubieran
adoptado nombres egipcios. Pero la llegada de extranjeros propiciada por las
campañas de Thutmose III tuvo una envergadura completamente distinta. Los
pueblos y ciudades egipcios pasaron a albergar poblaciones extranjeras de
tamaño significativo, y los inmigrantes se apresuraron a aprovechar al máximo
sus nuevas oportunidades. Un prisionero de guerra de especial talento, llamado
Pas-Baal, llegó a ser arquitecto jefe del templo de Amón, un cargo que sus
descendientes mantendrían durante al menos seis generaciones. Incluso el propio
palacio real presenció un cambio de actitud con respecto a los extranjeros: entre
el botín traído de Oriente Próximo por Thutmose III se contaban tres mujeres
sirias por las que el joven rey parecía sentir especial adoración. Una de ellas
tenía por nombre Manuwai, derivado de un vocablo amorita cuyo significado era
«amar», mientras que sus compañeras se llamaban Manhata y Maruta (del
hebreo martha, que significaba «señora»). Thutmose colmaba a las tres de
regalos suntuosos: brazaletes, esclavas y ajorcas de oro, collares de cuentas,
diademas incrustadas de piedras preciosas, vasijas de metales preciosos y vasos
de raro cristal. Apenas un siglo después de la expulsión de los odiados hicsos, el
rey egipcio tenía esposas asiáticas en su harén. Era un cambio notable.