Page 286 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 286
un tiempo para visitar la industria local de fabricación de arcos en la cercana
Qatna y participar en un torneo deportivo, antes de dedicarse a recaudar más
tributos de los príncipes autóctonos y de regresar a Egipto. En total, la campaña
duró un tiempo récord de cinco meses. Las felicitaciones por parte de otros
enemigos de Mitani no tardaron en sucederse con rapidez. Babilonia envió
obsequios de lapislázuli y los hititas, cargamentos de plata, gemas y madera.
También los enviados asirios rindieron tributo, como lo hicieron, algo más tarde,
sendas delegaciones de Ashuwa, en la costa jónica, y del territorio denominado
Tanaya (quizá Micenas), que aportaron plata y una rara variedad de hierro. La
reputación de Egipto estaba en su punto álgido, y Thutmose III, su faraón
guerrero, era la estrella y la envidia de las capitales extranjeras desde el Egeo
hasta el golfo Pérsico.
Solo quedaba un asunto pendiente: Nubia. Dado que la fuerza bruta no había
logrado aplastar a la oposición kushita, una política más calculada quizá podría
tener éxito. Kerma había sido reconstruida una y otra vez por sus leales
ciudadanos, de manera que, en lugar de reducir la ciudad a escombros, Thutmose
III optó por la alternativa, más sencilla, de fundar su propio asentamiento egipcio
justo al lado. De forma paulatina pero irreversible, al verse privada de sus
oportunidades de comercio y empleo, la población de Kerma fue poco a poco
salvando la corta distancia que la separaba de la nueva ciudad de Pnubs.
Despojada de su actividad comercial, la vieja ciudad, talismán del sentimiento
nacional kushita, se marchitó y acabó muriendo. En lugar de matar a los
gobernantes locales y colgarlos cabeza abajo de su bauprés, Thutmose III se los
llevó junto con sus familias a Egipto para someterlos a un proceso de
asimilación, antes de repatriarlos, completamente impregnados de la cultura
egipcia, para que continuaran administrando sus territorios de origen, ahora en
representación de la corona de Egipto. Aunque el control egipcio no sería nunca
tan fuerte en Kush como en Uauat, la política de Thutmose sería un éxito, y
ninguno de los faraones del Imperio Nuevo volvería a verse turbado por
rebeliones serias.