Page 291 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 291

autoridad  en  el  antiguo  Egipto  y  la  atmósfera  de  servilismo  y  recelo  que
               impregnaba al círculo íntimo de allegados del rey. A través de ellos podemos

               hacernos una idea del funcionamiento interno del Estado egipcio en el apogeo de

               su poder y su prestigio.





               IGLESIA Y ESTADO


               Menjeperraseneb era sumo sacerdote de Amón, el máximo responsable del gran

               templo  de  Amón-Ra  en  Ipetsut,  que  constituía  la  institución  religiosa  más
               importante  de  Egipto.  El  rosario  de  títulos  inscritos  en  su  tumba  subraya  su

               rango  como  la  persona  que  ocupaba  el  más  alto  cargo  sacerdotal  del  país:

               «superintendente de los sacerdotes del Alto y el Bajo Egipto», «administrador de
               los  dos  tronos  del  dios»,  «superintendente  de  oficios  avanzados»,

               «superintendente  de  los  dobles  tesoros  de  oro  y  plata»,  «superintendente  del

               templo  de  Thes-jau-Amón,  establecido sobre los misterios de las dos diosas»,

               etcétera. De manera harto característica para un miembro de la élite gobernante,
               la  principal  cualificación  de  Menjeperraseneb  para  ejercer  el  cargo  era  su

               vinculación personal con la familia real. Su propio nombre —«Menjeperra [el

               nombre de trono de Thutmose III] está lleno de salud»— expresaba su devoción
               al  monarca,  una  lealtad  nacida  de  estrechos  vínculos  familiares:  la  abuela  de

               Menjeperraseneb  había  crecido  en  el  palacio  real  como  hermana  de  leche  del

               joven  Thutmose  I,  mientras  que  su  madre  había  sido  niñera  real.  Es  bastante

               probable que el propio Menjeperraseneb creciera en el entorno de la casa real, y
               esas relaciones desempeñaron sin duda un papel importante en su rápido ascenso

               en las filas del clero tebano.

                  Para  los  ciudadanos  normales  y  corrientes  de  Tebas,  la  XVIII  Dinastía
               anunciaba una nueva era de espectáculo público religioso, algo completamente

               alejado de las enrarecidas y secretas actividades que habían caracterizado a los

               cultos  estatales  en  períodos  anteriores.  La  ciudad  en  su  conjunto  se  había
   286   287   288   289   290   291   292   293   294   295   296