Page 292 - Auge y caída del antiguo Egipto
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transformado en un gigantesco escenario al aire libre para la celebración de la
realeza divina, y se había sacado a los propios dioses de detrás de los altos muros
de los templos para que prodigaran su benevolencia entre la plebe. En la
intimidad de sus humildes hogares, los campesinos del Alto Egipto continuaban
rindiendo culto a sus tradicionales dioses familiares: Taueret, la diosa
hipopótamo, protectora de las mujeres embarazadas; Bes, el enano con cara de
león, guardián de madres e hijos, y la diosa vaca Hathor, que observaba a todos
sus devotos con mirada maternal. Pero a esos familiares compañeros se les
unieron por entonces otros miembros, mucho más exaltados, del panteón estatal,
especialmente el dios lunar Jonsu, su madre Mut y el consorte de esta Amón-Ra,
rey de los dioses. Durante las grandes procesiones que constituirían un rasgo
característico de la religión tebana en el Imperio Nuevo, esta tríada de deidades
se haría directamente accesible a la gente corriente por primera vez. En los días
señalados y en las fiestas —en especial la Hermosa Festividad del Valle y la
Festividad anual de Opet—, las barcas-altar de Amón, Mut y Jonsu eran
transportadas a hombros de los sacerdotes desde el gran templo de Ipetsut a
través de las abarrotadas calles de Tebas. Ahora los campesinos y herreros
podían disfrutar tanto como los escribas y sacerdotes del cálido resplandor de la
divina presencia al pasar a su lado. Estos espectáculos no solo aportaban
colorido y alegría a sus monótonas vidas, sino que permitían a la ciudadanía
sentirse más estrechamente vinculada al dogma oficial del Estado. Como
siempre, la religión faraónica tenía tanto de política como de piedad.
Desde su sede central en Ipetsut, el culto de Amón dominaba la sociedad
tebana en todos los niveles. A juzgar por las escenas y los textos que aparecen en
su tumba, las tareas laicas de Menjeperraseneb como sumo sacerdote eran más
importantes que su papel sagrado. Así, este se había tomado un gran interés por
los proyectos de Thutmose III en Ipetsut, y se jactaba de haber dirigido los
trabajos de construcción de sus monumentos. Más importante aún era la
administración de los bienes económicos del templo: sus extensos rebaños de
ganado vacuno, las tierras que poseía por todo Egipto y sus intereses mineros en