Page 296 - Auge y caída del antiguo Egipto
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al igual que a su hermano, se le concedió el privilegio, extremadamente raro, de
tener una tumba en el Valle de los Reyes, es su segundo sepulcro tebano el que
se ha hecho más famoso. Apodado «la tumba de las vides», es notable por su
techo, modelado y pintado para que se asemejara a una fructífera vid, cargada de
racimos de uva colgantes. Evoca una imagen de Sennefer como bon vivant, un
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alcalde «que pasa dichosamente su tiempo». Esta idea se ve reforzada por una
pintura de la tumba y por una estatua hermosamente labrada de Sennefer y su
esposa, dos representaciones que comparten el mismo pequeño detalle: un
colgante en forma de dos corazones unidos que Sennefer lleva en el cuello.
Grabado con el nombre de trono de Amenhotep II, debió de ser un obsequio real,
y es evidente que constituía la posesión más preciada de Sennefer, talismán y
símbolo del favor de su rey. No en vano, Sennefer se calificaría a sí mismo como
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«aquel que satisface el corazón del rey», una alusión que tal vez fuera
intencionada. De manera poco habitual, la estatua de Sennefer aparece firmada
por los dos escultores que la hicieron: Amenmes y Dyedjunsu, «dibujantes de
esbozos del templo de Amón». Parece que Sennefer utilizó sus contactos en
Ipetsut a fin de procurarse los servicios de los hábiles artesanos para su proyecto
personal. Tales arreglos debían de ser bastante frecuentes, y reflejan la cara
privada de los cargos públicos.
Otra evidencia que revela el carácter de Sennefer es un objeto aún más notable
que ha llegado hasta nosotros: una carta sellada y sin abrir dirigida por él a un
hombre llamado Baki, que era aparcero en la ciudad de Hut-sejem (la actual Hu),
al norte de Tebas. La razón de la misiva era dar noticia de la inminente llegada
de Sennefer a Hut-sejem, donde este tenía la intención de tomar posesión de
ciertos bienes. En tono imperativo, Sennefer intimida a su subordinado, y le
advierte de lo siguiente:
No hagas que tenga que ponerte reparos en relación a tu puesto … Ahora presta atención, no seas
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negligente, puesto que sé que eres perezoso y aficionado a comer tumbado.