Page 294 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Estas, pues, son las enseñanzas: tratarás exactamente igual a quien conozcas y a quien no conozcas, a
                  quien esté próximo a ti y a quien esté alejado de ti. 2



                  Por su parte, Rejmira afirmaría haber observado escrupulosamente esa norma.
               Pero hay algo bastante revelador en sus manifestaciones: estas sugieren que la

               norma era más bien lo contrario, y que la mayoría de los egipcios normales y

               corrientes recibían una justicia más bien severa por parte de las autoridades.
                  El balance de las actividades de Rejmira también resulta revelador. Aparte de

               sus  recorridos  de  inspección  y  de  su  audiencia  diaria  cuando  escuchaba  a  los

               querellantes  en  la  Sala  del  Visir,  flanqueado  por  el  «maestro  de  la  cámara
               privada» a su derecha y por el «perceptor de ingresos» a su izquierda, lo que

               predominaba  en  su  agenda  eran  las  sesiones  informativas  por  parte  de  sus

               subordinados. Además de los informes sobre el erario y el patrimonio real, el
               jefe de la guardia de palacio, los comandantes de las guarniciones y el jefe del

               servicio  de  seguridad  le  proporcionaban  todos  los  días  una  información  de

               inteligencia fundamental. Parece ser que la seguridad personal del rey tenía tanto
               peso  como  la  economía  nacional,  lo  que  subraya  el  carácter  autocrático  del

               régimen  del  antiguo  Egipto.  Además  de  primer  ministro  y  responsable  de

               Hacienda, el visir era también en la práctica jefe de la policía, responsable de las

               fuerzas armadas y ministro del Interior.
                  Rejmira también iba regularmente a Ipetsut, sin duda para asegurarse de que

               el  sumo  sacerdote  estaba  a  la  altura  de  lo  que  se  esperaba  de  él;  otra  nueva

               evidencia de la estrecha conexión que existía entre los ámbitos religioso y laico.

               Tras haber recibido los informes de todos los departamentos del Estado, Rejmira
               transmitía  la  información  al  rey  en  una  reunión  que  ambos  mantenían

               diariamente. Por más que el visir pudiera coordinar la política de gobierno, no

               cabía  duda  alguna  de  dónde  residía  la  autoridad  última,  ni  tampoco  de  quién
               tenía  el  poder  de  contratar  y  despedir  a  los  altos  funcionarios.  Pese  a  sus

               impecables relaciones, la familia de Rejmira no logró conservar aquel alto cargo
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