Page 369 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Como correspondía a alguien que había vivido por la espada, no tenía la menor
intención de morir por ella. Tal como el edicto dejaba meridianamente claro, él
era «un soberano valeroso y vigilante». 7
SE PASA EL TESTIGO
Mediante tales medidas, Horemheb logró establecer la autoridad y legitimidad
de su reinado, e imponer la disciplina militar a un país debilitado por tres
décadas de agitación e incertidumbre políticas. Solo quedaba una pega por
resolver: la falta de heredero. Dado que no tenía hijos, Horemheb no podía
arriesgarse a que las disputas sucesorias acabaran deshaciendo sus reformas, tan
difícilmente impulsadas. La solución que encontró reflejaba su propio ascenso al
poder. Buscando entre sus más cercanos partidarios, identificó a un sucesor ideal
entre las filas del ejército. Paramesu era un militar de la cabeza a los pies. Hijo
de un comandante de batallón, había iniciado su carrera como simple soldado,
obteniendo más tarde la promoción a oficial y el posterior ascenso a comandante
de fortaleza, edecán del rey y, por último, general. Era un hombre hecho de la
misma pasta que Horemheb, alguien que compartía su mismo origen y la misma
actitud fundamental. Y, lo que era aún mejor, ya tenía un hijo y estaba a punto de
tener un nieto, los ingredientes perfectos para una nueva dinastía militar.
Horemheb procedió a conceder a Paramesu una serie de altos cargos civiles a fin
de prepararle para la futura sucesión; le nombró «delegado del rey» y visir. Al
mismo tiempo, Paramesu hubo de renunciar a sus títulos militares mientras
Horemheb siguiera al mando, ya que resultaba imprudente entregar tan poderosa
institución a un subordinado, por más confianza que le inspirara. Sin embargo, al
conferir a Paramesu los títulos de «hijo del rey» y «príncipe heredero», el faraón
estaba señalando claramente su determinación de entregarle la corona a su
debido tiempo. Más tarde, cuando el reinado de Horemheb se acercaba a su fin,
su heredero electo se cambió el nombre por el de Ramesu-el-amado-de-Amón, y