Page 416 - Auge y caída del antiguo Egipto
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la costa a fin de bloquear la desembocadura del Nilo frente a la flota enemiga. La
               descripción que hiciera el propio Ramsés III de los preparativos capta muy bien

               la tensión, el drama y la determinación del momento:


                    Mandé preparar la desembocadura del Nilo como una fuerte muralla, con barcos de guerra, transportes
                  de tropas y barcos mercantes. Todos estaban llenos, desde la proa hasta la popa, de valientes soldados,
                  plenamente equipados. La infantería estaba formada por todos los reclutas egipcios. Eran como los leones
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                  rugiendo en las cumbres montañosas.


                  En las fortalezas del este del delta, el ejército egipcio no podía hacer más que
               vigilar y esperar. Sus adversarios avanzaban lentamente, cubriendo un máximo

               de  unos  quince  kilómetros  diarios,  pero  lo  que  les  faltaba  en  velocidad,  los

               Pueblos  del  Mar  lo  compensaban  con  creces  tanto  en  armamento  como  en
               número  de  efectivos.  Su  destreza  en  la  lucha  cuerpo  a  cuerpo  había  quedado

               demostrada ya, una y otra vez, contra las unidades de carros de los estados de

               Oriente  Próximo.  En  poco  más  de  una  generación,  los  avances  en  tecnología
               militar habían cambiado por completo la naturaleza de la guerra, y las grandes

               potencias no habían sabido adaptarse a ello. Egipto sabía que tenía que hacerlo

               mejor,  o  correría  la  misma  suerte.  La  victoria  de  Merenptah  en  la  batalla  de
               Perirer había mostrado que era posible combatir las tácticas de los Pueblos del

               Mar  solo  con  que  los  egipcios  mantuvieran  una  rígida  disciplina  y  sacaran  el

               máximo partido a sus fuerzas.

                  No tuvieron que esperar mucho para poner en práctica la teoría. Cuando la
               nube de polvo que se divisaba en el horizonte empezó a aumentar de intensidad,

               el enemigo apareció ante su vista: una auténtica muralla de gente, de centenares

               de  personas  de  profundidad,  avanzando  inexorablemente  hacia  la  frontera
               egipcia. Había llegado el momento de la verdad.

                  Las  fuentes  documentales  mantienen  un  extraño  silencio  en  torno  a  los

               detalles  de  la  batalla  terrestre,  y  registran  solo  el  hecho  aislado  de  que  la

               invasión fue rechazada. Quizá las bajas egipcias simplemente fueron demasiado
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