Page 421 - Auge y caída del antiguo Egipto
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estuvieran  llenas  de  cobre  y  de  mirra,  pero  sus  suministros  de  cereales  —el
               artículo básico de la economía egipcia— estaban gravemente menguados. Con

               este telón de fondo, los preparativos del jubileo acabarían provocando una seria

               merma de recursos.
                  Las  grietas  empezaron  a  aparecer  en  1159,  dos  años  antes  del  jubileo.  De

               todos los empleados del Estado, los más importantes —y normalmente los más

               favorecidos— eran los hombres que trabajaban en la excavación y decoración de

               la tumba real. Estos, que vivían junto con sus familias en la comunidad protegida
               del Lugar de la Verdad, se habían acostumbrado a disfrutar de unas condiciones

               de  trabajo  más  ventajosas  que  la  media,  así  como  de  una  remuneración

               económica también superior a la media. De modo que, cuando el pago de sus
               salarios  mensuales  (que  incluían  también  sus  raciones  alimentarias)  se  retrasó

               primero ocho días y luego veinte, resultó evidente que algo iba mal. Su escriba y

               «enlace  sindical»,  Amennajt,  se  dirigió  de  inmediato  al  templo  funerario  de

               Horemheb  para  protestar  ante  los  funcionarios  locales.  A  la  postre  logró
               persuadirles de que le entregaran cuarenta y seis sacos de maíz para distribuirlo

               entre los trabajadores en calidad de raciones provisionales. Pero aquello era solo

               el principio.
                  Al año siguiente, mientras el aparato del gobierno se mostraba cada vez más

               preocupado por el inminente jubileo, el sistema de pagos a los trabajadores de la

               necrópolis  se  interrumpió  por  completo,  dando  lugar  a  las  primeras  huelgas
               documentadas de la historia. La crisis estalló solo tres meses antes de la fecha

               prevista para que se iniciara el jubileo. Tras haber estado esperando dieciocho

               días más después de la fecha de la paga, y sin que hubiera el menor rastro de sus
               salarios,  los  obreros  decidieron  abandonar  el  trabajo;  tal  vez  así  el  Estado

                                                                                          12
               reaccionaría y les haría caso. Al grito de «¡Tenemos hambre!»,  marcharon en
               masa  desde  su  poblado  e  invadieron  temporalmente  el  recinto  sagrado  que

               rodeaba  al  templo  funerario  de  Ramsés  III.  Luego  se  dirigieron  al  templo
               funerario  de  Thutmose  III,  justo  detrás  del  Ramesseum,  donde  iniciaron  una

               sentada.  No  se  moverían  de  allí  hasta  que  se  escucharan  sus  quejas.  Los
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