Page 499 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Tyebnetcher y Per-Sopdu. Incluso en Sais, semillero y centro de la resistencia
               antikushita, el espantoso final de Bakenrenef no logró extinguir las ambiciones

               locales. Un nuevo caudillo llamado Necao surgió para llenar el vacío de poder, y

               también él se apresuró a adoptar títulos casi reales.
                  Tras la fachada de una monarquía unida, persistía el mismo mapa político de

               Egipto que se había encontrado Pianjy en el 728. No solo se repetía la historia,

               sino que el tiempo parecía haberse detenido.





               REGRESO AL FUTURO


               También  en  otro  aspecto  importante  la  monarquía  kushita  representaba  una

               vuelta al pasado. Con el piadoso culto a Amón como principio central de sus
               pretensiones de legitimidad, Pianjy y sus sucesores aspiraban a defender otras

               tradiciones autóctonas egipcias que habían sido descuidadas o derogadas por los

               recientes gobernantes libios del país. Los kushitas consideraron que su misión

               sagrada era restablecer la pureza cultural de Egipto, tal como habían salvado el
               culto a Amón de la contaminación extranjera. Así pues, alentados activamente

               por  la  realeza,  los  sacerdotes  y  artistas  buscaron  su  inspiración  en  períodos

               anteriores,  reviviendo  y  reinventando  modelos  de  los  períodos  clásicos  de  la
               historia faraónica. La obsesión por el pasado pronto acabó influyendo en todos

               los ámbitos de la cultura.

                  Shabako fue el primero en dar ejemplo al adoptar el nombre de trono de Pepy

               II para recordar el esplendor de la Era de las Pirámides. Su sucesor lo hizo aún
               mejor, pues desempolvó la titulatura que utilizara por última vez el rey de la V

               Dinastía Isesi más de dieciséis siglos antes. Luego siguieron los funcionarios de

               alto rango, que adoptaron títulos desde hacía largo tiempo obsoletos y a menudo
               carentes  de  significado,  solo  por  mor  de  su  antigüedad.  La  lengua  escrita  fue

               deliberadamente «purificada», volviendo a la forma arcaica del Imperio Antiguo,

               y  empezó  a  formarse  a  los  escribas  para  que  redactaran  textos  nuevos  en  un
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