Page 500 - Auge y caída del antiguo Egipto
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idioma anticuado. Un buen ejemplo de ello fue la «Teología menfita», un tratado
teológico sobre el papel del dios menfita Ptah. Encargado por el propio Shabako,
en el propio texto se afirmaba que había sido copiado de un papiro antiguo y
carcomido, conservado durante milenios en los archivos del templo. Su lenguaje,
fielmente arcaico, sin duda consiguió engañar a la mayoría de los estudiosos
modernos. Pero, como la mayoría de los exponentes del «renacimiento» kushita,
la «Teología menfita» era un producto del siglo VII, astutamente redactada para
que pareciera una reliquia del pasado; un pasado imaginario de pureza cultural
que no existió sino en la mente de los fanáticos kushitas.
La renovada importancia otorgada a Ptah, junto con Amón, señaló el
restablecimiento de Menfis como la principal capital real, un papel que había
cumplido hasta la división de Egipto tras la muerte del último Ramsés. Menfis
no solo estaba inmejorablemente situada para gobernar tanto el delta como el
valle del Nilo (la razón originaria para emplazar la capital en la «Balanza de las
Dos Tierras»), sino que, además, los reyes kushitas se sentían particularmente
fascinados por los monarcas del Imperio Antiguo cuyos monumentos salpicaban
el horizonte menfita. En su campaña del norte del 728, Pianjy había visto las
pirámides, y era evidente que le causaron una fuerte impresión. Una vez de
regreso en Nubia, también encargó una, y con ello cambió para siempre la forma
de las tumbas reales nubias. Para complementar la pirámide de Pianjy, su tumba
incluyó otros elementos de los enterramientos tradicionales egipcios, como
estatuillas shabti al estilo del Imperio Nuevo y copias del Libro para salir al día
(hoy conocido como el Libro de los muertos), y también, por si todo ello no
fuera suficiente, extractos de los Textos de las Pirámides. Con todo, su
«egipcianización» no fue absoluta; Pianjy todavía encontró espacio en su tumba
para un tiro de caballos.
Esa misma mezcla de rasgos egipcios y kushitas proporcionó a los artistas del
período un estilo nuevo y vibrante en el que trabajar, revitalizando la producción
de los talleres reales. En la estatuaria hubo una vuelta deliberada a las