Page 495 - Auge y caída del antiguo Egipto
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La voluble rueda de la fortuna
UNA EMPRESA INACABADA
Tras haber derrotado a todos sus oponentes e impuesto la hegemonía kushita en
todo Egipto, Pianjy podría haberse quedado a disfrutar de su nuevo estatus y de
los considerables privilegios de la corona faraónica. Sin embargo, como su amor
por los caballos había demostrado ya, él era un nubio de la cabeza a los pies, y
en ningún sitio se estaba como en la propia casa. Así, tras su expedición de
conquista y su victoria en el 728, se apresuró a volver al sur, deteniéndose solo
en Tebas para instaurar a su hija como futura sucesora de la «esposa del dios
Amón», con lo que aseguró la continuidad de la influencia kushita en la ciudad
sagrada del dios. Tras haber honrado el culto de Amón, el rey kushita y su
séquito prosiguieron su camino; cuatro días de navegación les llevaron hasta la
frontera nubia en Abu, y un mes después estaban de regreso en el familiar
entorno de Napata, su capital, situada a la sombra del promontorio de Gebel
Barkal. Sano y salvo en su espacioso palacio real, Pianjy reinaría otros doce
años, que serían de abundancia y prosperidad para Kush. Pero jamás volvería a
poner los pies en suelo egipcio.
Su actitud con respecto a Egipto reflejaba el hecho de que su principal interés
había sido librar una guerra. Si la campaña hubiera tenido motivaciones
políticas, seguramente habría tomado medidas para consolidar el poder kushita,
designando a fieles gobernadores locales para que ejecutaran sus órdenes. Sin
embargo, su objetivo primordial había sido de índole religiosa: proteger los
lugares sagrados de Amón de cualquier injerencia extranjera (es decir, libia). En