Page 490 - Auge y caída del antiguo Egipto
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espera para llegar finalmente a la real cámara de audiencias, un mensajero le
comunicó al rey la noticia que este había estado temiendo: «Tefnajt … se ha
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apoderado de todo el Oeste, llegando por el sur hasta Ity-tauy». Y lo que era
aún peor: el líder saíta seguía avanzando hacia el sur con un gran ejército; los
pueblos y ciudades de ambas orillas del Nilo le abrían sus puertas; las fuerzas
enemigas habían puesto sitio a Heracleópolis, la puerta de entrada a Tebas, y los
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funcionarios egipcios corrían a su lado «como perros falderos». Tefnajt parecía
imparable. Para empeorar todavía más las cosas, Nimlot, el gobernador libio de
Jmun, había roto su pacto de amistad con los kushitas y había unido su suerte a
la de los rebeldes. Había llegado el momento de que Pianjy entrara en acción,
protegiendo Tebas y sus sagrados lugares de los agresores paganos.
Pianjy, que era tan beligerante como piadoso, dio una respuesta inmediata y
decisiva. Las tropas kushitas desplegadas en Egipto recibieron la orden de
avanzar, entablar combate con el enemigo, rodearlo y capturarlo. El traidor
Nimlot debía ser objeto de una especial ferocidad, sitiando y atacando a diario su
circunscripción. Luego Pianjy movilizó al grueso del ejército, estacionado en
Nubia, y lo envió al combate con el celo propio de un cruzado: «¡Sabed que nos
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manda Amón, el dios!». La suya era una misión divina, y Pianjy les dio
instrucciones acerca de lo que debían hacer en su marcha hacia el norte:
«Cuando lleguéis al corazón de Tebas, frente a Ipetsut, entrad en el agua,
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purificaos en el río y poneos ropa limpia». Solo entonces podrían realizar
ofrendas a Amón y besar la tierra delante de su templo, solicitando su guía:
«¡Muéstranos el camino, de manera que podamos luchar en el aura de tu
fuerza!». 18
Las tropas nubias hicieron exactamente lo que el soberano había ordenado
antes de proseguir su camino hacia el norte para entablar combate con el
enemigo. En una feroz batalla naval librada al sur de Jmun y en otra terrestre
cerca de Heracleópolis, los kushitas se alzaron con la victoria. Entonces Pianjy
recibió la noticia de que Nimlot había escapado. Enfurecido, el soberano kushita
decidió ir a Egipto para tomar personalmente el mando de la operación, aunque