Page 493 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 493

todos  modos.  Aquella  noche,  amparándose  en  la  oscuridad,  el  líder  rebelde
               Tefnajt entró en secreto en la ciudad a fin de reforzar la determinación de sus

               habitantes.  Sabía  muy  bien  que,  sin  Menfis,  su  causa  estaba  perdida.  Tras

               abandonarla de nuevo antes del alba, se escabulló ante las mismas narices del
               ejército kushita antes de que este se enterara de lo ocurrido. Cuando la noticia de

               la visita clandestina llegó a oídos de Pianjy, este montó en cólera. Ignorando las

               sugerencias  de  sus  comandantes,  dirigió  personalmente  el  ataque,  empleando

               todas sus fuerzas en la toma de la capital. Tras la victoria cumplió su palabra, y
               lo primero que hizo en cuanto pudo fue honrar al principal dios de la ciudad,

               Ptah. En Menfis, como en todos los demás lugares donde estuvo, Pianjy puso

               especial  cuidado  en  presentarse  como  un  líder  justo;  aquella  no  era  una  mera
               campaña de conquista, sino una cruzada para purificar Egipto y restablecer su

               verdadera religión.

                  Una  vez  que  la  capital  hubo  caído  y  todas  las  ciudadelas  de  la  provincia

               circundante  se  hubieron  rendido,  toda  una  serie  de  gobernantes  del  delta  se
               apresuraron a someterse. El rey Iuput II, de Taremu, el jefe de los ma Akanosh,

               de  Tyebnetcher  (la  actual  Samannud),  y  el  príncipe  Padiese,  de  Hutheryib,

               rindieron  oficialmente  homenaje  a  Pianjy.  Cuando  este  acudió  a  Iunu  para
               realizar sacrificios en el templo de Ra, el rey Osorkon IV de Bast fue hasta allí

                                                                             24
               «para  contemplar  el  esplendor  de  Su  Majestad».   El  último  y  debilitado
               representante de la antaño poderosa dinastía libia tenía que ver por sí mismo el
               fenómeno  que  de  manera  tan  enérgica  había  restablecido  la  majestad  de  la

               monarquía. Siguiendo su ejemplo, los gobernantes del Bajo Egipto se unieron

               para ofrecer su lealtad y una parte importante de sus riquezas a su nuevo señor:
               «Envíanos  de  regreso  a  nuestras  ciudades  para  abrir  nuestros  tesoros,  elegir

               según los deseos de tu corazón y traerte los más selectos de nuestros sementales

                                                         25
               y los mejores de nuestros caballos».  Era evidente que conocían la predilección
               del  nubio  por  los  purasangres,  y  estaban  desesperados  por  ganarse  su  favor.
               Pianjy no puso reparos.

                  Cuando una última y tibia rebelión contra el gobierno kushita fue sofocada
   488   489   490   491   492   493   494   495   496   497   498