Page 497 - Auge y caída del antiguo Egipto
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el trono, difícilmente podía dejar pasar tal insulto. A diferencia de su precursor,
               Shabako decidió terminar el trabajo y pedir cuentas a su adversario de una vez

               por todas. Inició una segunda invasión kushita de Egipto y no paró hasta capturar

               a  Bakenrenef  y  neutralizarlo  como  foco  de  insurrección.  Según  versiones
               posteriores,  parece  ser  que  el  victorioso  Shabako  hizo  quemar  vivo  a  su

               oponente  como  víctima  de  un  sacrificio.  Desde  luego,  el  nubio  no  mostró  la

               menor vacilación a la hora de imponer por la fuerza su dominio en todo el país.

               En Menfis, intervino en la tumba de un toro sagrado Apis y modificó la fecha
               grabada en la entrada, que del «Año 6 de Bakenrenef» pasó a ser el «Año 2 de

               Shabako». En el plazo de unos meses, el faraón kushita fue reconocido tanto en

               la  parte  oriental  como  en  la  occidental  del  delta,  y  acuñó  un  escarabeo
               conmemorativo  para  celebrar  su  conquista.  En  un  tono  característicamente

               morboso, este describía cómo «dio muerte a quienes se rebelaron contra él en el

               Alto y el Bajo Egipto, y en todas las tierras extranjeras».      1

                  Con el norte de nuevo en el redil, Shabako pudo centrar su atención en el sur
               del  país.  Tebas  y  su  entorno  siempre  se  habían  mostrado  más  prokushitas  (o

               antilibios;  ambas  cosas  venían  a  ser  lo  mismo).  Pero  Shabako  no  tenía  la

               intención  de  dejar  nada  al  azar.  Aunque  el  cargo  de  «esposa  del  dios  Amón»
               estuviera seguro en manos kushitas, con una parienta real ocupando ya el puesto

               (la  hija  de  Kashta,  Amenirdis  I)  y  otra  (la  hija  de  Pianjy,  Shepenupet  II)

               preparada para sucederla, había además otros puestos influyentes en el clero de
               Amón. Shabako decidió que tenía que controlar también estos para asegurarse la

               lealtad tebana. En primer lugar, instauró a su propio hijo como sumo sacerdote

               de Amón, tras haber despojado el cargo de cualquier poder político y militar, y
               luego nombró a varios de sus sirvientes favoritos para otros puestos clave. En

               años posteriores, un príncipe real sería nombrado «segundo profeta» de Amón, y

               una princesa real se casaría con el alcalde de Tebas para garantizar su lealtad.

               Los kushitas tenían bien sujeta a Tebas; o eso parecía.
                  Lo que había en realidad era más de lo mismo: el deseo de autodeterminación

               tebano  estaba  profundamente  arraigado,  y  los  alcaldes  de  Tebas,  por  más  que
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