Page 518 - Auge y caída del antiguo Egipto
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               Psamético tenían que «vadear su sangre como si fuera agua».  El ejército no se
               detuvo hasta que hubo llegado a Napata, donde saqueó y quemó el palacio real, y

               rompió  las  estatuas  de  los  reyes  en  un  simbólico  acto  de  venganza  contra  la

               dinastía kushita. De regreso a Egipto, Psamético II ordenó que los nombres de
               los  faraones  nubios  —Pianjy,  Shabako  y  sus  sucesores  hasta  Tanutamani—

               fueran eliminados de todos los monumentos, incluso de las estatuas privadas. El

               objetivo  era,  a  través  de  la  fuerza  y  de  la  magia,  borrar  a  los  kushitas  de  las

               páginas de la historia egipcia. Después de 135 años de hostilidad mutua entre las
               dinastías saíta y kushita, con los nubios dominando durante más de la mitad de

               aquel tiempo, la venganza resultó especialmente dulce.





               UNA RED ENMARAÑADA


               No era propio del carácter asirio dejar escindirse sin más a una provincia ganada

               con  tanto  esfuerzo.  Tras  haber  realizado  dos  invasiones  para  asegurarse  el

               dominio de Egipto, Asurbanipal debió de sentirse irritado por la expansión saíta.
               Y, sin embargo, Psamético I se había liberado del control asirio con apenas un

               pequeño movimiento desde Nínive. La razón de ello estribaba en la existencia de

               un  motivo  de  preocupación  más  cercano.  En  el  sur  de  Mesopotamia,  bajo  las
               mismas  narices  de  los  asirios,  su  antiguo  rival  Babilonia  estaba  de  nuevo  en

               auge. A los pocos meses de la muerte de Asurbanipal, un vigoroso y nuevo rey

               subió al trono babilonio y empezó a reconquistar las tierras perdidas a manos de

               Asiria dos generaciones antes. Asiria decidió tragarse su orgullo imperial y hacer
               causa común con su antiguo vasallo, el Egipto saíta, en un frente unido contra la

               nueva amenaza.

                  Al principio, aquella política tuvo un éxito espectacular. Psamético I acudió en
               apoyo  de  Asiria  en  Oriente  Próximo,  realizando  una  campaña  contra  la

               expansión babilonia en la que llegó hasta Karkemish, a orillas del Éufrates (era

               la primera vez que un ejército egipcio llegaba tan lejos desde los días de Ramsés
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