Page 520 - Auge y caída del antiguo Egipto
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agosto, el general había sido reconocido como faraón (un segundo Ahmose) en
toda la parte occidental del delta. En octubre, tras un largo compás de espera
durante los calurosos meses del verano, Uahibra intentó recuperar el trono
marchando sobre Sais. El ejército de Ahmose le plantó cara y derrotó con
rotundidad a las fuerzas leales. Uahibra escapó con vida y huyó al extranjero… a
la corte de Babilonia. El rey babilonio, Nabucodonosor, apenas podía dar crédito
a su buena suerte. Se le presentaba una oportunidad inmejorable de entrometerse
en los asuntos internos de Egipto y situar a un gobernante títere babilonio en el
Trono de Horus.
Consciente del inminente peligro, Ahmose II (570-526) tomó de inmediato
medidas para protegerse de una posible invasión. Forjó una alianza con los
griegos de Cirene, en la costa norteafricana de Libia (fundada por colonos en el
siglo VII), al tiempo que eliminaba una guarnición griega de la parte oriental del
delta de la que se creía que albergaba simpatías hacia Uahibra. Era, pues, el
pragmatismo, y no la ideología, lo que estaba a la orden del día. En el 567, una
fuerza babilonia dirigida por el rey depuesto intentó invadir Egipto por tierra y
por mar, pero sufrió una derrota aplastante. Esta vez no hubo escapatoria para
Uahibra, que fue capturado y ejecutado. Pese a la ignominia de sus últimos años,
el victorioso Ahmose lo mandó enterrar con todos los honores reales. El nuevo
faraón sabía tomar muy bien el pulso a la opinión popular, y, por más que
pudiera satisfacerle que en los textos satíricos se le describiera como «uno de los
muchachos» (sin duda para conservar el apoyo de los militares autóctonos), en
público hizo grandes esfuerzos por presentarse como un gobernante piadoso y
legítimo.
Si los militares rebeldes que habían situado a Ahmose II en el trono habían
estado esperando una inversión de las recientes tendencias filohelénicas de
Egipto, sin duda se sintieron frustrados. Como parte de su política exterior
firmemente antibabilonia, Ahmose procuró ganarse el favor de las ciudades-
Estado griegas. Tras los estragos causados por los Pueblos del Mar, durante el