Page 523 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Invasión e introspección
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Los gobernantes de la ciudad de Sais, en la parte occidental del delta, eran los
grandes supervivientes de la historia del antiguo Egipto. En el curso de dos
siglos, conspiraron, intrigaron y lucharon para lograr una posición de
predominio, no solo en su territorio originario del Bajo Egipto, sino en todo el
valle del Nilo. Empezando por el príncipe del Oeste, Tefnajt, en el 728, los
astutos saítas se habían negado a doblegarse ante una dinastía rival de Nubia, y
durante setenta años habían representado una espina clavada en el costado de los
kushitas. Luego habían utilizado la protección asiria para ampliar su base de
poder en el delta, despojándose finalmente de su condición de vasallos y
reclamando el premio de una monarquía unificada. Como dinastía reinante de
Egipto, habían demostrado no ser menos astutos, aliándose con los asirios para
contrarrestar la amenaza que constituía Babilonia. Honrando a los dioses
autóctonos mientras compraba el apoyo de los mercenarios griegos, la casa de
Psamético lograría mantener el estatus y la independencia de Egipto en un
mundo cada vez más incierto.
Pero ni siquiera los saítas eran invencibles. Tras una década rechazando
cualquier potencial invasión babilonia, de pronto se encontraron con que debían
enfrentarse a un enemigo aún más decidido e implacable; un enemigo que
pareció surgir de la nada.
En el 559, un vigoroso joven llamado Kurosh (Ciro) ascendió al trono de una