Page 526 - Auge y caída del antiguo Egipto
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hizo carrera en el ejército, ascendiendo al rango de almirante bajo el reinado de
               Ahmose II. Sus actividades en la flota debieron de incluir batallas navales contra

               los invasores persas, que él describiría como «un gran desastre … como nunca

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               [antes]  había  ocurrido  en  esta  tierra».   Sin  embargo,  a  los  pocos  meses  de  la
               victoria de Cambises, Udyahorresne se había congraciado con su nuevo amo, se

               había ganado su confianza como uno de sus cortesanos de mayor rango y había

               sido  nombrado  médico  principal  del  monarca,  con  acceso  íntimo  a  su  real

               presencia.  En  público,  la  conversión  de  Udyahorresne  fue  tan  absoluta  como
               rápida, y no mostró la menor señal de embarazo a la hora de alabar la invasión

               persa en los términos más entusiastas:


                    El gran jefe de todas las tierras extranjeras, Cambises, vino a Egipto, [y] los extranjeros de todas las
                  tierras extranjeras con él. Cuando hubo asumido el gobierno de esta tierra en toda su extensión, ellos se
                  establecieron allí y él se convirtió en el gran gobernante de Egipto, el gran gobernante de todas las tierras
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                  extranjeras.

                  Pero había algo más que una simple colaboración detrás de aquel asombroso y

               repentino cambio de opinión. Con su conocimiento de las costumbres egipcias,

               Udyahorresne se hallaba en una posición única para guiar a los nuevos señores
               del país e iniciar el proceso de «egipcianización» que les convertiría en faraones

               respetables  e  incluso  legítimos.  Un  importante  paso  en  este  proceso  fue  la

               creación de una titulatura real para Cambises, que Udyahorresne ideó y sin duda

               alentó encarecidamente. Poco a poco, a paso lento pero seguro, los persas fueron
               aculturados, siguiendo así los pasos de las anteriores dinastías extranjeras, las de

               los hicsos, los libios y los kushitas.

                  Al  parecer,  Cambises  estuvo  de  acuerdo  con  este  proceso.  Con  su  vasto  y
               políglota  imperio,  mal  podía  permitirse  adoptar  una  perspectiva  culturalmente

               purista. Lejos de ello, mostró una gran tolerancia hacia las diferentes culturas y

               tradiciones  de  su  reino.  Su  precursor,  Ciro,  había  liberado  a  los  judíos  de  su

               exilio  en  Babilonia,  y  Cambises  siguió  su  ejemplo  protegiendo  a  la  gran
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