Page 531 - Auge y caída del antiguo Egipto
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mayores sin necesidad de tener que encontrar agua. En segundo lugar, los persas
               idearon una técnica extraordinaria para sacar a la superficie el agua almacenada

               en los acuíferos subterráneos de arenisca. Por todo el oasis de Jarga excavaron

               profundas galerías en la roca, que discurrían bajo tierra a lo largo de kilómetros a
               través del árido paisaje. Eran, de hecho, acueductos subterráneos, que permitían

               regar los jardines y campos de la superficie con el agua dulce y fresca de los

               pozos  artesianos.  Gracias  a  esta  avanzada  tecnología,  pudieron  dedicarse  por

               primera vez enormes extensiones de tierra a la producción agrícola, generando
               abundantes cosechas de cereales, frutas y hortalizas, así como de algodón (otro

               elemento introducido por los persas). En torno a los acueductos surgieron nuevos

               pueblos y ciudades, con sus propios edificios administrativos y templos. Debido
               a la distancia de estos asentamientos del valle del Nilo, el papiro resultaba raro y

               costoso,  de  manera  que,  en  lugar  de  ello,  los  habitantes  locales  usaban

               fragmentos  de  cerámica  como  medio  de  escritura  para  su  correspondencia.

               Como  resultado  de  ello,  se  ha  conservado  un  extraordinario  archivo  que  nos
               ilustra  sobre  la  vida  cotidiana  en  aquella  remota  avanzadilla  del  imperialismo

               persa. Como era de esperar, tanto los individuos como las instituciones tuvieron

               buen  cuidado  de  preservar  los  documentos  de  particular  valor.  Además  de
               recibos,  cuentas  domésticas  y  anotaciones  diarias,  predominan  sobre  todo  los

               contratos  jurídicos.  Estos  revelan  que  la  base  de  la  riqueza  de  los  habitantes

               locales  no  era  la  tierra,  sino  el  agua.  El  abastecimiento  de  agua  de  cada
               acueducto excavado en la roca se dividía minuciosamente en días y en fracciones

               de  día,  y  estos  podían  comprarse  y  venderse,  alquilarse  o  utilizarse  para

               garantizar préstamos. En ese oasis del desierto, el agua era dinero.
                  También  hubo  acuñación  de  moneda;  en  el  410  se  introdujo  la  moneda

               ateniense  (estátera  o  tetradracma)  como  patrón  monetario,  lo  que  revela  la

               creciente  influencia  del  mundo  griego  en  el  comercio  egipcio.  Este  era  otro

               indicio  más  del  carácter  cosmopolita  del  Egipto  persa,  una  tierra  donde  los
               matrimonios se saltaban las barreras religiosas y culturales, donde los relieves de

               los  templos  podían  representar  extrañas  criaturas  aladas  de  la  mitología
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