Page 515 - Auge y caída del antiguo Egipto
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primeros años de gobierno de Psamético. Las hijas de los dos principales reyes
nubios, Pianjy y Taharqo, todavía ocupaban dos de los más altos cargos en la
jerarquía religiosa de la ciudad, los de «esposa del dios Amón» y «divina
adoratriz de Amón», respectivamente. Difícilmente podía un príncipe menor
libio de la parte occidental del delta competir con semejante esplendor y
tradición. Psamético sabía que el dominio efectivo del sur dependía del control
del clero de Amón. Pero también a eso tenía una respuesta.
El 2 de marzo del 656, una magnífica flotilla zarpó de los muelles de Menfis
rumbo a Tebas. Había gabarras, barcos de abastecimiento y, en el centro de la
flota, una barca real, cuyo pan de oro relucía bajo la brillante luz del sol de
primavera. Al mando de la expedición, que debía recorrer casi mil kilómetros,
estaba el príncipe de Heracleópolis y principal capitán de puerto de Egipto,
Sematauytefnajt, hombre de confianza de Psamético y pariente suyo por
matrimonio. Se le había confiado la responsabilidad de planificar el viaje y
requisar provisiones de todos los gobernadores provinciales por cuyos dominios
navegara la flotilla. Como el «Seguimiento de Horus» en los albores de la
historia egipcia, esto obedecía al doble propósito de ahorrar al real erario la
carga de una empresa tan costosa, al tiempo que daba a los subordinados locales
de Psamético la oportunidad de rivalizar por demostrar su lealtad. Entre las
numerosas provisiones exóticas a cargo de Sematauytefnajt, había un
cargamento especialmente precioso: la princesa Nitiqret, hija menor de
Psamético, que abandonaba la residencia real para seguir un destino trazado para
ella por su padre: estaba a punto de ser adoptada formalmente como heredera de
la «esposa del dios Amón».
Tras dieciséis días de navegación, la flotilla llegó a su destino y amarró en
Tebas. A la orilla del río se congregó una multitud para ver desembarcar a la
princesa. Antes de que tuviera la oportunidad de familiarizarse con su entorno,
tan nuevo y extraño, fue conducida por los funcionarios que la esperaban al gran
templo de Amón-Ra en Ipetsut, para ser recibida por el oráculo del dios. Una vez
completadas las formalidades, Nitiqret fue presentada a Shepenupet II y