Page 93 - Auge y caída del antiguo Egipto
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creación del puesto de visir, una única persona responsable de toda la maquinaria
estatal y que respondía directamente ante el rey. El visir era, pues, como un
primer ministro de Egipto, con el poder añadido derivado de su acceso directo al
monarca. Asimismo, el círculo de lugartenientes de confianza de Necherjet —a
los que se conoce mejor que a cualesquiera de sus predecesores— ejemplifica la
creciente profesionalidad de la corte: Anj y Sepa eran administradores de
distrito; Anjua era «responsable de la real barca»; Hesira era «maestro de los
reales escribas», quizá el cargo más importante de la administración pública, y
Jabausokar era «responsable de los reales talleres». El viejo sistema de parientes
reales que ostentaban la responsabilidad de cargos sin relación alguna estaba
siendo reemplazado por una burocracia más estructurada, abierta, por primera
vez, a profesionales de carrera procedentes de un amplio espectro social y que
ascendían por méritos propios. Al mismo tiempo que Egipto emprendía la
construcción de las pirámides, las pirámides construían Egipto.
Esta revolución silenciosa acaecida en la administración queda muy bien
reflejada en la trayectoria de Metjen. La inscripción de su tumba en Saqqara
incluye el texto autobiográfico de cierta extensión más antiguo que se conoce, el
cual relata con detalle su ascenso desde un humilde puesto de empleado de
almacén hasta ostentar un cargo en el gobierno local, para pasar después a ser
gobernador de varias provincias del delta. Al final de su carrera, como cortesano
de confianza, Metjen fue nombrado responsable del «palacio de recreo» del rey
en el Fayum. Era una pauta de progreso profesional que en el futuro se seguiría
durante muchos siglos. Desde ese momento, la historia del antiguo Egipto la
harían también las personas normales además de sus reales señores.
El reinado de Necherjet (2650-2620) y los logros de su corte fueron tan
impresionantes que sus sucesores de la III Dinastía parecen insignificantes en
comparación. La mayoría de ellos son poco más que nombres oscuros en el
registro histórico: Sejemjet, Jaba y Sanajt. Ninguno dejó un monumento que
superara ni de lejos en tamaño a la Pirámide Escalonada (aunque varios lo
intentaron). Solo cuando llegamos al final de la III Dinastía y al reinado de Huny