Page 108 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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perior, destinado a preparar las polentas y los guisos. En Acquarossa, en Tarquinia y
en Sorgenti della Nova se han localizado, además, restos de verdaderos hornos fijos
para la cocción del pan. De acuerdo con los mismos, los hornos tenían forma rectan
gular, finalizada en semicírculo; la bóveda estaba sostenida, en algunos casos, por un
pilar central.
La «única» cocina etrusca hasta hoy identificada se ha localizado en Acquarossa,
estudiada por Ch. Scheffer en 1981. Consiste en un pequeño espacio, excavado en la
toba, en cuyo interior y sobre una especie de banqueta, labrada en la propia piedra,
se practicaron dos cavidades poco profundas que contendrían uno o dos hornos por
tátiles situados sobre carbones candentes.
De notable interés son estos hornos, de pequeñas dimensiones, elaborados con
arcilla refractaria y que respondieron a diferentes tipologías. Tenían, por lo cumún,
forma cilindrica o cónica y estaban abiertos por abajo, para situar el fuego; por arri
ba terminaban en superficies planas en las que se abrían numerosos agujeros. Sobre
ellos se colocaban los calderos y las ollas de cocción. Conectados con estos hornos
portátiles se hallan unas tapaderas bastante grandes, de impasto tosco, en forma de
campana, con un asa en su parte superior. Tales utensilios, a los que se aplicaría fue
go por todos lados, sirvieron para cocer carne.
Paredes, muros y techumbres
Las paredes, de tapial o de adobes, se construyeron sobre un ligero basamento de
piedra o toba; en ocasiones las paredes eran, bien de enrejados de madera, bien de
cañas, cubiertos con una capa de barro que se enlucía después (parietes craticii de Vi-
trubio). Sucesivamente, fueron apareciendo casas con paredes de piedra y, por lo tan
to, más sólidas. Su técnica constructiva fue muy parecida al «muro de pilastras» de
inspiración fenicia (M. Bonghi Jovino), técnica que pervivió muchísimo tiempo.
En cualquier caso, los muros de piedra no se documentan antes del siglo v a.C. Por
otra parte, no faltaron las ventanas, situadas por lo común en la pared entre el pórtico
del patio anterior y la estancia interna que
daba a él. La techumbre, de una o dos ver
tientes, que descansaba en vigas de made
ra, fue al principio ligera, primero forma
da por paja y ramajes revestidos de arcilla
y, a partir del siglo vil a.C. ya a base de te
jas planas, de diferentes dimensiones, re
cubriéndose sus junturas con tejas curvas.
Un peligro muy evidente era el viento, in
dicado por Plinio el Viejo (Nat. Hist.,
XVII, 2), que azotaba a muchas áreas
etruscas y que era capaz de desmantelar
los tejados.
Se ha calculado que la techumbre de
una casa de Acquarossa, de 8 X 12 m,
hubo de pesar 12 toneladas, peso que se
iría reduciendo al tiempo que se estanda
Casa de Acquarossa. Reconstrucción.
(Según N. Spivey y S. Stoddart.) rizaban las tejas de las cubiertas. El pavi-
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