Page 113 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Un ajuar doméstico, prácticamente
completo, fue representado en la Tomba
dei Rilievi de Caere, que sirvió de sepul
tura en el siglo m a.C. a la familia etrus
ca de los Matuna. En sus paredes, y en
magníficos relieves estucados, se figura
ron además de dos animales (ganso y
garduña), armas, vasos, cántaros, cuchi
llos, herramientas, barras para asar, ban
dejas y bastones. Incluso aparecen tam
bién un lecho, almohadas, una sábana
doblada (evaluada como un liber linteus),
unas sandalias, un cucharón, unas alfor
jas y un rollo de cuerda.
T u m b a s y n e c r ó p o l is
Las tumbas —que desde tiempos vi
llanovianos se caracterizaron por dife
renciar el sexo del difunto mediante pos
tes, cipos o rasgos plásticos—, agrupadas
regularmente en necrópolis, situadas en
las afueras de los núcleos habitados
(cosa que también los romanos prescri
birían tiempo después en la Ley de las X II Tablas), han proporcionado, gracias a sus
variadas estructuras arquitectónicas, a sus ricos ajuares funerarios, a sus pinturas y a
su documentación escrita, numerosos datos de inestimable valor para poder recons
truir parte de la civilización etrusca, tanto del mundo de los vivos —dado que la
tumba fue un reflejo muy directo de la vida económica, cultural y política de sus pro
pietarios— como del de ultratumba, en el cual —según se creía— continuaban sub
sistiendo los difuntos. Era, pues, preciso que las tumbas estuviesen dotadas de todo
lo necesario para «habitar en ellas», aparte de servir también, en fechas y momentos
contados, como lugares de culto. Como señaló M. Pallottino, a las tumbas etruscas
se intentó dotarlas de un ambiente doméstico.
Sin embargo, sabemos muy poco acerca del culto y de los ritos funerarios que,
sin duda, hubieron de celebrarse, bien en el interior, bien en el exterior o en las cer
canías de las tumbas. Una idea muy vaga la ofrece una figuración existente en una
urna chiusina, hoy en Berlín, en la que se muestra la exposición de un difunto en un
edificio decorado como si fuera un templo. Dado que no se trata ni de una casa ni
tampoco de la tumba del muerto, ha de deducirse que podría ser una especie de ca
pilla en la cual se prepararía al difunto (lavado, vestido) para ser luego transportado
a su tumba definitiva.
Capillas de este tipo podrían ser, en opinión de F. Prayon, las existentes en Falerii Ve-
teres y en la Canicella, en Orvieto.
La Arqueología ha localizado en las cercanías de las antiguas ciudades etruscas las
tumbas y necrópolis que allí se ubicaron no sólo por razones de higiene, sino
también por exigencias religiosas —eran tierras sagradas, delimitadas por el tular
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