Page 111 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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ta local amante de la guerra, como deja presumirlo la decoración de las acróteras y
        lastras que nos han llegado— no hubo de controlar tanto poder como el de Murió.
        Por razones  tal  vez  político-militares  coyunturales,  proyectadas  desde  Tarquinia  o
        quizá desde Volsinii, el lugar de Acquarossa quedó desierto después del año 500 a.C.
           Sus habitantes tal vez se desplazaron a la cercana Ferento (éFrenti?), pequeño en­
        clave etrusco que alcanzaría relativa importancia dos siglos después.



        Otros palacios
           Asimismo, pueden rastrearse este tipo de edificios palaciales en las cercanías de
        Chiusi (Castelluccio di Pienza), en Caere (palacio de Montetosto), en la acrópolis
        de Civita, al sudeste de Bolonia, y en Roma, pero faltan estudios para delimitar la im­
        portancia de los mismos. En el caso de Montetosto, a unos 4 Ion de Caere, junto a
        la vía que unía esta ciudad y su puerto de Pyrgi, los especialistas lo han calificado de
        «palacio de expiación», argumentando que su arquitectura, en torno a un ara, ubica­
        da en un patio central, se dispuso para reparar de modo religioso la muerte de los pri­
        sioneros focenses, luego de la batalla de Alalia. Muy distinto es el caso de Vigna Pa-
       rrocchiale, también en el territorio  caeretano,  en donde  se ha podido detectar otra
       Regia, del siglo vi a.C. Sobre sus ruinas se levantaron después un templo y un singu­
       lar edificio de planta elíptica, catalogado como un unicum y evaluado como un espa­
       cio arquitectónico destinado a reuniones públicas y a representaciones teatrales.
           El hallazgo de lastras de revestimiento y de antefijas del siglo vi a.C., en enclaves
       abandonados a finales del período arcaico, parece confirmar la existencia de palacios
       en Castelnuovo Berardenga, Casale Marittimo, Poggio Buco, Cisterna, cerca de Lati­
       na, y Tuscania. Sus destrucciones serían motivadas por la expansión territorial de los
       grandes núcleos de sus respectivas áreas  (Volterra,  Chiusi, Vulci,  Satricum y Tarqui­
       nia) que quizá no toleraban la presencia, en medio de los campos, de aquellos anti­
       guos centros de poder aristocrático.
           Por otro lado,  algunas urnas cinerarias  (urnas a palazzeto) del territorio chiusino
       —caso de un ejemplar del Museo Arqueológico de Florencia— adoptan la forma de
       tales edificios regios, con fachadas decoradas con pilastras y capiteles de tipo eolio y
       arquitrabes con triglifos y metopas.



       M o b il ia r io  y a ju ar d o m é s t ic o s
           Por el mobiliario representado en las tumbas se puede decir que las casas etruscas
       contaron con un número limitado de muebles y enseres, de inspiración griega: me­
       sas rectangulares o circulares de tres y cuatro patas, sillas a modo de pequeños tronos,
       escabeles, lechos —por lo general,  bajos— de hierro, bronce o madera de labradas
       patas,  cofres o baúles para guardar la ropa blanca,  trípodes metálicos,  quemaperfu-
       mes de bronce o thymiatéria, braseros sobre ruedas. Uno de los muebles típicos etrus­
       cos fue la poltrona de mimbre o de madera, revestida de lámina broncínea, de asien­
       to redondo y de amplio respaldo, según se sabe por algunos  «tronos» provenientes
       de Caere, de Chiusi y de Preneste. Pausanias (V, 12) vio en Olimpia el trono votivo que
       el rey etrusco Arimnesto había dedicado a Zeus. En tiempos romanos (siglo i a.C.), la
       tradición de este enser doméstico produciría el magnífico Trono Corsini (82,50 cm de

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