Page 143 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Debe suponerse que cada una de estas estructuras tendría un cuadro de funcio
nes político-administrativas determinado, del que no se sabe prácticamente nada. De
todos modos, las estructuras principales político-territoriales de referencia se identifican
en el binomio constituido por la totalidad del pueblo, rosna, y por la ciudad (spura) en
cuanto realidad cívica y territorial más restringida, formando parte del rasna.
La s m a g istr a tu r a s
Muchas de las magistraturas etruscas, estudiadas tiempo atrás por A. Rosenberg,
R Leifer, H. Rudolph, S. Mazzarino, y más modernamente, entre otros, por R. Lam-
brechts, M. Pallottino, G. Camporeale, J. Heurgon, M. Torelli, M. Cristofani y
A. Maggiani, nos son conocidas por los cursus honorum (los cargos sucesivos o «carre
ras») que aparecen en las inscripciones funerarias. Sin embargo, lamentablemente
—como argumentó en su momento M. Pallottino—, todavía no se ha podido averi
guar cuánta sería su duración, cuál la naturaleza y el contenido de sus cargos y cómo
sería su correspondencia con las magistraturas itálicas y latinas.
Las magistraturas —que descansaban en el principio político del poder (truna,
en etrusco; drouna, según Esiquio)— serían anuales y podían desempeñarse más de
una vez, según sabemos por una inscripción de Vulci (TLE, 324) en la que un tal
Larth Tute, hijo de Arruns y de Ravnthu Hathli, fue zilath siete veces y purth(ne) una
vez. La edad mínima para acceder a las mismas sería la de veinticuatro años, en opi
nión de M. Cristofani, edad que confirma la inscripción, también de Vulci, de
Sethre Tute (TLE, 325), personaje con toda probabilidad hijo del precitado Larth,
que murió a los veinticinco años, cuando todavía se hallaba desempeñando el car
go de zilath. No obstante, no se descarta la posibilidad de que a los catorce años se
pudieran alcanzar determinadas responsabilidades públicas, según dejan suponer
algunas inscripciones.
Insignias de la autoridad del poder de los magistrados fueron diferentes bastones,
cetros, báculos y cayados, además de un específico asiento (díphros oMadias, en grie
go), que venía a ser una proyección del mítico taburete plegado, sobre el que se sen
taban los dioses. Unos cuantos relieves muestran que determinados asientos estaban
más altos que otros por hallarse sobre estrados. La diferencia de nivel sugiere, como
ha sido señalado, una diferencia de dignidad y, tal vez, de poder.
Los bastones y cetros, con pomo de bronce, plata o marfil, pervivieron hasta
el 500 a.C. y estuvieron asociados, tal vez también, a funciones religiosas. Los bácu
los (pedum, en latín), que provenían del mundo de la caza y del pastoreo, fueron sím
bolos del poder gentilicio urbano, cuando dicho poder se desarrollaba en el contex
to político agropastoril todavía arcaico.
De entre los cayados hay que señalar dos tipologías: el denominado por J.-R. Jan-
not cayado en «r» (baculus nodosus), muy común en relieves, pinturas y figurillas, y que
se detectó a partir del 490 a.C., sustituyendo a los bastones y cetros anteriores; y el
conocido como lituus o bastón con final enrollado en espiral, descrito por Tito Livio
(I, 18) al aludir a la coronación de Numa Pompilio, siguiendo el rito etrusco. Lo por
taron en Etruria los personajes tanto con autoridad civil (incluso los árbitros y con
troladores de los juegos, por ejemplo) como religiosa. Además de la figuración de tal
bastón en diferentes piezas arqueológicas, ha llegado un original en bronce, de 36 cm
de altura, hallado en Caere, y fechado en el siglo vi a.C.
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