Page 148 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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res: eprthnevc, de contenido desconocido, y macstrevc, de significado posiblemente
militar. El cursus honorum se finalizaba con el «zilacato» (zilath), el cual presentaba,
de acuerdo con los textos funerarios llegados, diversos grados o quizás funciones.
Magistraturas excepcionales, fuera del cursus normal, serían la del zilath purtsvavc,
sin duda muy importante, y la del zilath cechaneri, esto es, la del zilath para los asun
tos «superiores» o sagrados.
O r g a n iz a c ió n so c ia l
La célula básica de la sociedad etrusca fue la familia (en etrusco, lautun y lautn).
A partir de finales del siglo viii a.C., la familia dio paso a la gens maior, entendida
como un gran tronco familiar o grupo suprafamiliar controlado por un paterfamilias,
que actuaba a modo de princeps, y cohesionado por el nombre gentilicio, transmiti
do a todos sus componentes. Tal grupo se encontraba en posesión de grandes exten
siones de tierras, de cuya propiedad y explotación dependía todo el ordenamiento
social y político del mismo. Constituía, pues, la clase dominante etrusca al identifi
carse por entonces la riqueza privada con el poder.
El conjunto de todas las gentes (methlum), que se subdividían en clases según su ri
queza, formaba el pueblo etrusco de personas libres, todas en pie de igualdad, pero con
diferentes responsabilidades en la paz y en la guerra, determinadas por su montante
económico, facilitado, además de por la posesión de tierras, por el comercio, la mer
cadería o la artesanía. Todas aquellas gentes reconocían la figura de un «jefe» en quien
se había depositado el poder político y religioso, representado exteriormente por de
terminados símbolos de prestigio, a los que ya se ha aludido.
Junto a ellas —y ya a partir de mediados del siglo vn a.C.—, tanto en los peque
ños núcleos urbanos como en los grandes existían gentes minores o plebeyas, ajenas al
sistema gentilicio y carentes por lo tanto de un nomen. Las mismas, prueba evidente
de la movilidad personal y social practicada, llamadas a colaborar en la formación de
los ejércitos o a incorporarse en la cadena económica (agricultura, manufactura, co
mercio), comenzaron lentamente a tener carta de naturaleza social propia. Poco
a poco aquellas gentes minores, en unos casos de origen etrusco, en otros itálico, grie
go, ilírico o céltico —según demuestra la onomástica—, que no participaban en la
política ni tenían los mismos derechos civiles (en los textos griegos y latinos se les ca
lifica a muchos de ellos de «pobres» y de «siervos»), fueron adquiriendo importancia
cada vez más efectiva hasta igualar la significación de las antiguas gentes maiores. Su ri
queza, basada en los bienes reportados por su actividad económica y no en la pose
sión de tierras, les hizo adquirir el estatus de una nueva clase social.
Tendencias isonómicas
De aquella movilidad social arcaica, al decir de F.-H. Massa-Pairault, se conocen
numerosos ejemplos, algunos incluso célebres. Este sería el caso de Demarato, perte
neciente al genos de los Baquíadas corintios, quien, tras comerciar en Etruria, llegó a
casarse con una mujer de la aristocracia local de Tarquinia. Su hijo, como vimos en
páginas anteriores, sería acogido sin más en Roma, tomando allí el gentilicio de
Tarchna (Tarquinio Prisco).
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