Page 189 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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algunas bilingües etrusco-latinas y unas pocas latinas de época imperial halladas en
Etruria) no incluyeron el nombre matronímico.
La aparición de la onomástica etrusca fue un hecho relativamente reciente, tras
haberse consolidado una primitiva onomástica bimembre tan sólo a partir del si
glo vil a.C. (epigrafía de Caere). En los siglos siguientes, dada la capacidad generati
va de las familias, se adoptarían los restantes nombres.
Ejemplos de onomástica plurinominal etrusca podrían ser: Arnt Hele Velus
Remthal, que equivale a «Arunte Elio (hijo de) Velio y de Ramizinia»; o Larth Arnthal
Plecus clan Ramthasc Apatrual, es decir, «Lars, hijo de Arunte Pleco y de Ramza Apa-
tronia». Otra fórmula onomástica más completa sería Laris Tamas Velus clan Ramthac
Matunial Herma, que se podría traducir como «Laris Tarna Herma, hijo de Vel y de
Ramza Matuni». En este caso, Laris es el nombre personal, Tama el nombre de la gens
a la que pertenecía Laris, Herma identifica el sobrenombre, mientras que Vel es el pa
tronímico y Ramza Matuni el matronímico.
En algunas fórmulas onomásticas femeninas pueden aparecer algunas peculiari
dades, como la falta del nombre propio (Marcneipethnal see = «Marcnei, hija de
Pethnei») o la presencia del gamonímico, esto es, el gentilicio del esposo con el ape
lativo puia, «esposa». Por ejemplo, ThanaAmtnei TutnalVlPapslapuia, que equivale a
«Thana Amtnei (hija de) Tutni y de Vel (el padre), esposa de Papasa».
Dado que entre los romanos y, por supuesto, entre los griegos se omitía el nom
bre de la madre —tenían uno solo, el gentilicio—, la presencia del mismo en la ono
mástica etrusca (el matronímico fiie, sin embargo, raro en Volsinii y Caere) hizo pen
sar en la existencia de un matriarcado, presunción que, mantenida y aplicada a los
etruscos por el alemán J. J. Bachofen en su célebre obra Die Sage von Tanaquil (Heidel
berg, 1870) —contestada por L. Euing—, no ha podido ser demostrada por otras
fuentes.
Todo lo más puede admitirse, como hace J. Heurgon, ciertos «rasgos de matriar
cado y de gínecocracia», cuyos ejemplos se podrían centrar en las actuaciones de po
der de Tanaquil y de Tulia, dos influyentes mujeres etruscas.
Finalmente, en el caso de los lautni y lautnitha o personas manumitidas a partir
del año 90 a.C., su onomástica consistía en el nombre personal, seguido del nom
bre del patrono en genitivo (que sustituía al del padre del manumitido) y del gen
tilicio de su patrono junto al apelativo de su condición (lautni/lautnitha), ahora ya
con el valor de liberto o liberta. Así, Thana titi vescus lautnitha, es decir, «Thana Titi,
liberta de Vescu».
En el caso de los esclavos, las fórmulas onomásticas eran muy simples: nombre
individual, el gentilicio del patrono en genitivo y el apelativo lautni o lautnitha, que
antes del 90 a.C. equivalían a «esclavo», «esclava». Por ejemplo, Thanapumpnas laut
nitha, «Thana, esclava de Pumpna». También, a veces, era suficiente sólo el nombre
individual y el del dueño (Antipater cicus = «Antipater [esclavo de] Cico»).
Un reciente libro de J. Hadas-Lebel (2004) analiza numerosísimos elementos
onomásticos presentes en la epigrafía etrusca y en la epigrafía latina de Etruria a par
tir de los cuales ha estudiado la problemática del bilingüismo etrusco-latino que se
dio en los territorios de civilización etrusca, luego dominados por Roma. Los praeno
mina latinos, presentes en la onomástica etrusca, los gentilicios, los cognomina y ape
lativos antropónimos etruscos, así como las influencias latinas sobre el formulario
etrusco autóctono, entre otros contenidos, son magníficamente estudiados por el
precitado autor, al cual nos remitimos.
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