Page 193 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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dera del sarcófago de piedra de unos es
posos que pertenecieron a la gens de los
Cilnii de Arezzo.
Además de estos ejemplares se cono
cen otros, en los que las parejas recosta
das, esbozando su clásica sonrisa etrus
ca, desafian al tiempo con la eternidad
de su amor conyugal. Esta imagen idílica
no siempre fue así, pues en el Tumulo
della Pietrera de Vetulonia, por ejemplo,
la cámara fue reservada para sepultar a
los hombres, relegando a las mujeres
a fosas periféricas.
En cuanto a espejos con representa
ción de parejas de esposos, baste citar el
magnífico ejemplar conservado en la Ny
Carlsberg Glyptotek de Copenhague, en
el que aparece un hombre sentado que
recibe las dulces caricias de su esposa, la
cual ha hecho un alto en su labor de hi
lado. La escena se complementa con la
presencia de un joven, sin duda, el hijo
de ambos.
E l e r o t ism o e t r u sc o
Los autores griegos y también en par
te los latinos vieron en la sociedad etrus
ca, según se dijo, un cúmulo de licencias
y excesos de todo tipo que los llevó a catalogarla como desprovista de moral, some
tida a todo tipo de vicios e indecencias. Acerca de este asunto, J. Martínez-Pinna ha
señalado que en las fuentes literarias «el hombre [etrusco] es presentado como un in
dividuo gordo, vago, poco industrioso, entregado a los placeres del cuerpo y con cla
ra tendencia hacia una debilidad afeminada, mientras que la mujer ofrece una ima
gen de lascivia y de desvergüenza, [constituyendo], en definitiva, un ser peligrosa
mente libre».
De hecho, la realidad no hubo de ser tan exagerada como la maledicencia de de
terminados escritores clásicos la mostraron. En efecto, las mujeres etruscas gozaron
de determinadas libertades personales. En consecuencia, banqueteaban, bebían y
asistían a los juegos, al igual que los hombres y mezcladas entre ellos, acciones todas
impensables en las mujeres griegas, con excepción de las hetairai, muy próximas a las
prostitutas. Por ello no es de extrañar que para los griegos la mujer etrusca y la pros
tituta ateniense fuesen equiparables en usos y libertades.
Para determinados autores latinos, los criterios eran similares, si bien no tan radi
cales; sin embargo, también consideraron que las mujeres etruscas siempre habían
sido algo libertinas, hallándose en virtudes personales muy lejos de las matronas ro
manas. Quizá el relato que mejor diferencie a la mujer etrusca de la romana lo facili
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