Page 19 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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metrópolis. Gracias al impulso de sus dirigentes, Cartago lograría reforzar y acrecen
tar de modo espectacular el poderío de las antiguas colonias fenicias y de las que la
propia Cartago iría, a su vez, fundando sistemáticamente.
La actividad fenicia en Sicilia se limitó, en líneas generales, a transacciones co
merciales con los sículos, muy pronto alteradas por la presencia de colonos griegos.
Estos obligarían a los fenicios a retirarse a puntos más ocidentales de la isla, concen
trándose en diferentes enclaves, de los que destacaron tres: Mozia (Motye), Solunto
(Soloeis) y Palermo (Panormos). Desde todas aquellas colonias, aparte de controlar una
amplia zona y comerciar con los nativos elimeos, podían conectar rápidamente, en
caso de necesidad y por vía martítima, con Cartago.
Frente a lo que señalan las fuentes antiguas escritas, la Arqueología no ha detec
tado en Sicilia estratos fenicios anteriores al siglo viii precristiano, aunque sí algunos
hallazgos esporádicos, por lo que lo más correcto, y que históricamente se puede
aceptar, es sostener que tras unos incipientes contactos comerciales entre fenicios y
nativos de Sicilia, además de los mantenidos con Malta, Cerdeña y otros puntos de
Italia (costas tirrénicas y Lacio), serían los cartagineses quienes establecerían desde
Cartago los primeros enclaves comerciales de manera estable.
Restos arqueológicos, documentos epigráficos y diferentes topónimos confirman
la presencia fenicia y púnica en Italia, cuya influencia sobre Etruria y Roma (sin en
trar en consideraciones de tipo político ni militar de los púnicos con las potencias itá
licas) iba a ser eminentemente de carácter práctico (administración, religión, técnicas)
y comercial (manufacturas, objetos orientales de lujo, quincallas).
Buena parte de toda la problemática de la presencia fenicia y púnica en Ita
lia ha sido bien estudiada, entre otros y sin olvidar los lejanos trabajos de J. I. S.
Whitaker, por G. Pesce, F. Barreca, G. Garbini, S. Moscati, Y. Tusa, D. Harden
y E. Acquaro.
Los griegos en Italia y en Sicilia
Dejando a un lado la presencia y el significado de materiales micénicos en dife
rentes puntos de Italia —por supuesto, también en lo que sería el corazón de la fu
tura Etruria— que demuestran los contactos mentenidos con dicho pueblo, la inicia
tiva colonizadora griega en zonas itálicas, consecuencia del movimiento colonizador
que se emprendió por todo el Mediterráneo, se debió a los calcidios y eretrios de la
isla de Eubea, los cuales, a través del estrecho de Mesina, muy pronto descubrieron
las riquezas que podía facilitarles la zona de Campania, tierra en donde se asentaron
en el siglo viii a.C.
Tras recalar, hacia el 770 a.C., en la isla de Pitecusa (en donde establecieron los em
poria de Ischia y Prócida), pasaron luego a tierra firme para fundar Cumas (740 a.C.), pri
mera de las colonias griegas en Italia, según el geógrafo Estrabón (V, 4), y punto des
de el cual iban a hacer llegar a etruscos e itálicos numerosísimos elementos civiliza
dores.
La razón de la fundación de tal colonia en suelo itálico hay que buscarla, ante
todo, en bases económicas, entre ellas, la posibilidad de un acercamiento territorial a
las fuentes de las riquezas mineras de Etruria y de la no lejana isla de Elba, así como
la creación de nuevos mercados y la apertura de rutas comerciales.
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