Page 208 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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(jarra escanciadora),  ulpaia (vaso para vino y aceite), lechtumuza (vaso para aceite),
         suntheruza (a modo  de pequeña pyxís) y thina (vaso  globular con  asas y sin pie  a
         modo de olla o barrilete para contener vino o quizá algún tipo de bebida que hoy
         desconocemos).
            Incluso nos han llegado algunos ralladores de queso, elaborados tanto en bronce
         como en plata (ejemplares de Caere y de Palestrina, hoy en el Museo de Villa Giulia
         de  Roma,  además  de  los  de  Populonia,  Vetulonia,  Sovana y Pontecagnano,  entre
         otros). La existencia de este utensilio hace pensar, según apunta H.  Blanck, que los
         etruscos consumirían alguna bebida parecida al kykeón de los héroes homéricos, for­
         mada por vino al que se le añadiría miel, cebada y, por supuesto, queso rallado, cons­
         tituyendo así una bebida energética (A. Mele).
            D. Ridgway, por su parte, insiste en la idea homérica, al conectar tal instrumento
         doméstico,  que no se  dudó en colocarlo junto a objetos  de verdadera importan­
         cia —de oro, ámbar y marfil— en tumbas  aristocráticas, con un pasaje de la litada
         (XI,  629-641).  Tras  aquel  modesto  objeto  —el  rallador— se  quería  evidenciar una
         práctica  e  ideología  aristocráticas,  ejemplo  de  aculturación,  tomadas  del  sympósion
         griego de naturaleza heroica al decir de J.-P. Thuillier.


         Manipulación de los alimentos

            Otro material arqueológico ha permitido  estudiar también determinados  aspec­
         tos culinarios. Así, un ánfora de figuras negras (31 cm de altura), conocida como án­
        fora de Viterbo, quizá de factura ática, aunque hallada en Etruria —y redescubierta
         en  1981—, recoge el procedimiento del sacrificio de un buey. Según su decoración,
         el buey era levantado en alto e inmovilizado por varios hombres, mientras que otro
         procedía con un cuchillo a degollarlo.
            La precitada hydria Ricci (44 cm de altura), obra de un artista greco-oriental que
         tal vez habría emigrado a Caere, tiene figurada una extraordinaria escena sacrificial
         en la que se recogen desde los preparativos previos para sacrificar al animal hasta la
         cocción de las porciones en que había sido troceado (M. Detienne). Hay que señalar
         que  incumbía  a los  hombres —incluso  tratándose  de  nobles— la preparación  del
         asado de carne que se iba a consumir tanto en los banquetes funerarios como en las
         comidas cotidianas.

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