Page 204 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Verucchio), pasta vitrea y piedras semi-
preciosas; sin embargo, lo corriente es
que tales objetos fueran fabricados en
bronce. Las piezas reservadas a las muje
res se distinguían por su menor tamaño,
su diversidad de modelos y su mayor ri
queza ornamental. De las piezas citadas,
las fíbulas vinieron a caer en desuso a
partir del siglo v a.C., empleándose des
de entonces sólo en los atuendos de de
terminados sacerdotes.
Ejemplos notabilísimos de fíbulas,
trabajadas en el siglo vil a.C. en la Etru
ria septentrional costera, fueron las fíbu
las de dragón, algunos de cuyos ejempla
res se atesoran en Londres y en Floren
cia. Una muy famosa fue la hallada en
Castelluccio di Pienza, cerca de Chiusi,
fabricada con la técnica del oro granula
Broche de oro. Tomba Regolini-Galassi. (Museo do y realzada con una inscripción de 49
Gregoriano Etrusco, Vaticano.) letras (TLE, 489), la cual precisa que tal
joya fue donada a Arnth Velavesna por
Mamurke Tursikina. La importancia de
esta fíbula, de 12 cm de longitud, radica
precisamente en su epígrafe, pues contiene la más antigua mención indirecta escrita
del étnico etrusco (tursikina). Atesorada en el Museo del Louvre, esta magnífica joya
ha sido estudiada por J. Heurgon y C. De Simone.
Entre los broches hay que aludir al hallado en la Tomba Regolini-Galassi de Caere,
de oro y de considerables dimensiones (31’5 cm de altura), que fue propiedad de
Larthia, y que hoy se atesora en el Museo Gregoriano Etrusco del Vaticano. Le siguen
en interés otros dos broches, asimismo de oro, hallados en Preneste (Tomba Bemardi-
ni), piezas realzadas con multitud de figuritas zoomorfas y fantásticas.
Como ejemplo de alfiler de cabeza, con decoración de granulado de oro, puede ser
citado el que se localizó en la Tomba delLittore de Vetulonia. Tal pieza, de unos 20 cm de
longitud, presenta ornamentada su minúscula cabeza (2,20 cm de diámetro) con te
mas zoomorfos (aves, caballo alado, ciervo).
Gracias a los ajuares funerarios —pues los etruscos se enterraron con sus más que
ridas joyas—, atesorados en diferentes tumbas de los siglos vil y vi a.C., poseemos
infinidad de diademas, collares, pendientes, colgantes, pectorales, brazaletes, pulseras
y anillos en su mayoría elaborados en talleres etruscos, siguiendo unas veces influen
cias orientales y otras helénicas.
De entre esta tipología de joyas —más adelante, en el apartado de la orfebrería se
relacionarán algunas de ellas— puede ser citado, por poner un único ejemplo, el fa
moso colgante de oro (4 cm de altura), del Museo del Louvre, con la representación
de la cabeza del dios fluvial griego Acheloo, figurado con cuernos, joya fabricada ha
cia el 500 a.C.
En general, todas las joyas que han llegado a nuestros días testimonian el alto ni
vel que alcanzó la orfebrería etrusca, cuyos orífices conocieron adecuadamente la
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