Page 202 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Respecto a la toga, uno de los ejemplos más significativos puede verse en la famo
sa estatua del Arringatore («El orador»), impresionante joya del Museo Arqueológico
de Florencia.
En otras ocasiones, según deja ver la Tomba del Triclinio de Tarquinia, una especie
de chal, llamado por los latinos lacerna, con un gran escote redondeado y con faldo
nes, servía de complemento. Tal prenda, de vivos colores, solía estar bordada en sus
ribetes y por ambos lados.
Los actores, danzantes y músicos, en el curso de sus actuaciones llevaban vesti
dos adecuados al papel representado, sin descuidar en los femeninos las ropas acam
panadas y en los masculinos los largos y a un tiempo ligeros mantos, por lo general
bellamente bordados. No faltaron, por otra parte, casos de travestismo muy eviden
te en personajes masculinos peinados a modo de mujeres.
Al comienzo de la historia etrusca, los hombres se dejaron la barba y el cabello
largo y que cayera por la espalda, señal, para algunos especialistas, de diferenciación
social. No debe olvidarse que Aristóteles (Retórica, 137a 29-31) señaló que en Lacede-
monia era hermoso llevar los cabellos largos y que era una señal de identidad de todo
hombre libre. Pero, a finales del siglo vi a.C., los rostros se afeitaron —aunque algunos
permanecieron con barba— y los cabellos se acortaron y rizaron artificialmente (Tomba
dei Leopardi) e incluso se decoloraron (Tomba delle Leonesse, Tomba della Caccia e della
Pesca). En el caso de los adetas, los cabellos aparecen o muy cortos o rasurados totalmen
te por razones prácticas (Tomba Cardarelli, Tomba della Scimmia, Tomba degli Auguri).
Aunque los etruscos también solían ir con la cabeza descubierta, a veces se toca
ron con unos bonetes semejantes a los de las mujeres. Los sacerdotes, por su parte,
llevaban durante sus ceremonias gorros de lana o de piel en forma de capucha o bien
sombreros de base ancha y punta cilindrica. Las clases populares utilizaron en ocasio
nes el sombero de grandes alas, a imitación del pétasos griego. En el área toscana pa
rece ser que estuvo reservado a los siervos y esclavos.
El c a l z a d o
Otro elemento diferenciador de los etruscos frente a griegos e itálicos fue el
empleo de un variadísimo calzado, que iba desde las simples sandalias —estudia
das por L. Bonfante— hasta las lujosas botas abrochadas, no faltando incluso borce
guíes de complicadas ataduras —precedentes de los calcei senatorii romanos— y chan
clas para las épocas lluviosas, fabricadas éstas con suela de madera y láminas de bron
ce. Algunos zapatos y también botines, tanto masculinos como femeninos, de
elegante diseño y de color rojo o negro (a veces fueron fabricados de paño rojo, ver
de o marrón), presentaban la punta hacia arriba (calcei repandi), recordando claramen
te las modas orientales, sobre todo jonias. Estaban abiertos por delante y cubrían el
tobillo, al cual se ajustaban mediante diferentes correas atadas horizontalmente.
Se sabe que las tyrrhenica sandalia gozaron de justa fama en la Atenas del si
glo v a.C., adonde se exportaron con todo éxito por su lujo y su buen acabado. Tes
timonios literarios griegos y latinos coinciden en su fama (O. Zanco). Incluso el gran
escultor Fidias los adaptó a una estatua de Atenea, según testimonio del comedió
grafo Cratino y del retórico Polo.
Durante los banquetes mujeres y hombres se solían quitar el calzado, depositán
dolo en unas mesitas apropiadas para tal menester.
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