Page 363 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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C apít u l o XV
                              El mundo de los dioses



           La religión etrusca, cuyos estudios nucleares parten de las obras de C. O. Thulin
        (1906), C.  Clemen (1936), R. Herbig (1948), G. Dumézil (1966), A. J. Pfiffig (1975),
        D. Briquel (1997) yJ.-R. Jannot (1998), es una de las manifestaciones más conocidas
        de la vida cotidiana de los etruscos, regulada en todo momento por la voluntad de
        los dioses.
           La carencia de fuentes —excepción hecha de pequeños fragmentos y noticias his­
        tóricas de tipo religioso—, las distintas interpretaciones que pueden darse a los mo­
        numentos figurados, la ignorancia que se posee del fondo religioso etrusco y de las
        religiones  de los pueblos vecinos  a ellos,  así  como  del grado  exacto  de influencias
        orientales y griegas que recibieron, hace que el conocimiento de la religión etrusca
        sea, de hecho, muy superficial.


        A r t if ic io s id a d e s  e t im o l ó g ic a s

           Según Tito Livio (V, 1), Etruria constituyó una nación muy aferrada a los ritos re­
        ligiosos, destacando asimismo en el arte de ponerlos en práctica. Por su parte, Dioni­
        sio de Halicarnaso (I, 30) y Festo (487 L) explicaron el vocablo latino tusci—que ha­
        bía servido para denominar a los  etruscos— a partir de un término griego  de fo­
        nética parecida,  thyoskóos,  que  significa «sacrificador», reiterando,  sin duda,  con tal
        artificioso recurso etimológico la idea de la constante actividad ritual etrusca.
           Sin  embargo,  mucho  más  tarde,  para  el  escritor cristiano  del  siglo  iv Arnobio
        (Adversus gentes, VII, 26), tales manifestaciones sagradas eran tan sólo creencias extra­
        ñas a lo religioso, y no dudó dicho escritor en considerar a Etruria como la generatriz
        y  madre de las supersticiones. El propio Isidoro de Sevilla (Etymologicum, IX, 2) hizo de­
        rivar el nombre de Etruria —que leyó  Tusci— del verbo griego thysiázo, que significa
        «sacrificar», aceptando así la tópica creencia de la absoluta religiosidad de los etrus­
        cos, muy dados a los sacrificios (de ahí la etimología isidoriana del verbo griego, si­
        milar en concepto al nombre de los etruscos).
           En cualquier caso, los sacrificios efectuados por los etruscos fueron tanto de ani­
        males como de seres humanos, si bien estos últimos tan sólo esporádicos y en muy
        contadas ocasiones. Diferentes restos arqueológicos testimonian el sacrificio de ani­
        males, como los hallados en los santuarios de Pyrgi, en donde aparecieron huesos de
        cerdos, bueyes, ovejas, tejones, zorras y perros (restos caninos han sido hallados tam-


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