Page 366 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
P. 366
un catálogo interpretativo de todo tipo de prodigios y hechos anómalos; los Libri
Fatales, alusivos al destino, esto es, a la división de la vida humana (fijada, como sa
bemos, en doce períodos de siete años) y la duración de los Estados (calculada en
períodos variables de años); y los Libri Acheruntici (también atribuidos a Tages),
cuyo nombre derivaba de Aqueronte, uno de los ríos mitológicos del Más Allá, li
bros estos relativos a la vida de ultratumba y a mostrar cómo el ser humano podría
conseguir un mejor destino tras su muerte, convirtiéndose en uno más de los Dii
Animales.
La Etrusca disciplina, constituida por los libros citados —los revelados y los exegé-
ticos—, completada con la larga y rica experiencia de los sacerdotes, llegó a abarcar
todos los campos de la vida de los hombres y de las ciudades, enseñando la volun
tad de los dioses y los medios de comprender cada una de sus manifestaciones.
Lo que nos ha llegado de toda aquella literatura religiosa es muy limitado, dado
que los textos sagrados etruscos se escribieron sobre soportes perecederos, en espe
cial rollos de papiro y libros textiles (libri lintei). De los primeros, como ha señalado
J.-R. Jannot, sólo se conocen representaciones plásticas (caso del rollo que tiene Laris
Pulenas en su sarcófago de piedra), y de los segundos, aparte de los restos del Liber
linteus de Zagreb, algunas reproducciones esculpidas en piedra (por ejemplo, en un
sarcófago de Caere, hoy en el Vaticano; o en la Tomba dei Relievi también de Caere).
C a r a c te r es d e la r e l ig ió n e t r u sc a
De acuerdo con la documentación existente se pueden señalar algunos caracte
res específicos dentro de las creencias etruscas. Ante todo, el aspecto ritualístico de
las prácticas religiosas, dentro de una escrupulosa ejecución y observancia minucio
sa de las prescripciones a fin de contentar con ellas a una serie de dioses calificados
de «inexplicables» (Dii involuti) y «secretos» (Dii opertanei). Aquellas prácticas, en ma
nos de una cerrada clase sacerdotal, facilitaban el control ideológico religioso sobre
el resto de las gentes.
Otra particularidad era el carácter agrario de muchos de sus elementos religiosos,
que descansaban en divinidades con capacidades generadoras. Mentalmente sus sa
cerdotes observaron correspondencias claras y directas entre los mundos celeste, te
rrenal e infernal o del Más Allá, mundos poblados por divinidades específicas de
contenido positivo o negativo, según los casos. Aquella correspondencia dio origen
a una doctrina que, con principios mágicos, ligaba elementos concomitantes entre lo
sensible y lo sobrenatural, siendo campo abonado para la intervención del personal
sagrado. A nivel terrenal, los aspectos humano, animal y vegetal estaban, obviamen
te, ligados e interrelacionados, siendo los mismos capaces de recoger y, por supues
to, mostrar «señales divinas».
El desarrollo religioso, sin embargo, no se aferró a los primeros planteamientos
arcaicos, sino que supo abrirse a otros planteamientos filosófico-religiosos y especula
tivos de origen exterior, ampliándose con ello el sistema ideológico originario. A las
primitivas creencias se añadieron las concepciones antropomorfas y mitológicas de
origen oriental y griego, ya presentes, por otro lado, en época arcaica. Durante la eta
pa clásica o período de crisis histórica se aceptaron los planteamientos órfico-pitagó-
ricos y dionisíacos, para acoger en época helenística, coincidente con la decadencia
y la romanización, las doctrinas astrológicas y mistéricas.
372