Page 440 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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timos decenios del siglo viii a.C., incisa sobre un skyphos (la denominada Copa de Nés­
         tor, a la que ya se ha aludido) —descubierta en Ischia (isla Pitecusa)—, argumentan que
         lo tomaron de los calcidios de Cumas, una colonia griega establecida en Campania.
             El texto de tal objeto arqueológico, estudiado por G. Buchner, C. F. Russo, M. Guar-
         ducci, H.  Mühlestein, J.  Latacz,  B.  B.  Powell y C.  O.  Pavese,  entre  otros,  contiene
         una alusión —en términos  comparativos— a la famosa copa descrita por Homero
         (Iliada, XI,  632-637) y que Néstor era capaz de levantarla sin esfuerzo para beber la
         mixtura preparada por la hermosa sierva Hecamede.
             Su traducción aproximada podría ser: «Soy la copa de Néstor, agradable para be­
         ber. Quien beba de esta copa, al instante le prenderá el deseo de Afrodita, la de her­
         mosas trenzas.»
             Este famoso texto, que se fecha hacia el 735-720 a.C., si se conecta con los textos ho­
         méricos, obliga a plantearse diferentes problemas en tomo a la fecha en que hubo de ser
         puesta por escrito la ¡liada, que fue fijada, evidentemente, mucho después. La inscripción
         de la Copa de Néstor no es, pues, dependiente de la obra de Homero, sino que se trata de
         una simple coincidencia entre el Néstor de Pilos y un Néstor real que vivió en Pitecusa,
         cuya copa se halló en la tumba de un niño incinerado que se llamó así (C. O. Pavese).
             Sea lo que fuere, el texto de la  Copa de Néstor evidencia la presencia de escribas
         griegos en tan temprana fecha en la colonia de Pitecusa, enclave que ha facilitado un
         total de 35 inscripciones —todas muy fragmentarias—, reveladoras, según J. Signes,
         de un «verdadero uso de la escritura por esas fechas».
             A tales inscripciones debe añadirse el corto texto —y no muy claro— sobre una
         vasija, hallada en el Lacio (Osteria dell’Osa), fechable en el 770 a.C., que testimonia­
         ría la rápida, aunque muy primaria, difusión del alfabeto griego (R. R. Holloway).


         La disposición de la escritura

             El etrusco se escribió de modo usual de derecha a izquierda (escritura retrógrada),
         al contrario que el griego clásico y el latín, y se leyó también en esa misma dirección;
         sin embargo, no faltan textos escritos en doble dirección (modalidad que ha venido
         en llamarse boustrophedón,  «así como el buey ara») e incluso algunos, a partir del si­
         glo m a.C., de izquierda a derecha, por influencia latina, tal como lo hacemos nosotros.
             Al principio, las palabras,  todas  con letras  capitales,  se  escribieron juntas  (scriptio
         continua), pero, a partir del siglo vi a.C., comenzaron a separarse mediante uno o varios
         puntos dispuestos verticalmente. Asimismo, y aunque de forma esporádica, en la Etru­
         ria meridional y en Campania se empleó una puntuación en el interior mismo de las
         palabras, al igual que lo hicieron los vénetos. Se ignoran las causas de tal modo de pun­
         tuar, que, para A. J.  Pfiffig, obedecerían a una alta especialización de los escribas. Sin
         embargo, para E. Vetter y Fr. Slotty, se trataría del manejo de un escritura silábica.


         Los «silabarios»
             Dicha escritura tiene su confirmación gracias a la existencia de tres «silabarios» ar­
         caicos,  aunque todos incompletos.  Uno  es  el inciso  sobre la lékythos de la  Tomba
         Regolini-Galassi, antes citada, y los otros dos provienen de Monteriggioni y Orbetello.
             Para algunos  especialistas  (E. Vetter, A. J.  Pfiffig),  tales  «silabarios»  constituirían
         un recuerdo posible de un «silabario» tirreno y micénico. El profesor Pfiffig aventu­


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