Page 445 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Se puede señalar que los nombres masculinos frecuentemente finalizan en -e, -i,
        -u, -th, -n (athre = «edificio»; lautni = «liberto»),  con algunos que lo hacen en -a o
        en -i. El masculino pasaba a ser femenino con la adición de una -i. Los nombres fe­
        meninos, por su parte, adoptan las desinencias -a, -i, -ia, -ai, -c, -l, -tha (puia = «espo­
        sa»; lautnitha = «liberta»).
           En el caso de los gentilicios, y por influencia de las lenguas itálicas, los femeni­
        nos se marcaron con las desinencias -i o -ia (masculinos Anina,  Velthina >  femeninos
        Aninai,  Veltbinei).  Lo mismo ocurría con algunos prenombres (masculinos Larth,  Vel
        >  femeninos Larthi,  Velia). En Etruria meridional, el nominativo del gentilicio masculi­
        no estuvo marcado con -s, no distinguiéndose del genitivo (Avk Vipinas =  «Aule Vi-
        pinas»; Avies Vipinas = «de Aule Vipinas»). Parece ser que no existió el género neutro.
           Por otro lado, para conformar el plural se añadió el sufijo -r a las palabras finali­
        zadas en vocal y -ar, -er, -ur después de las consonantes o, si se quiere, del tema puro
        (clan =  «hijo», clenar =  «hijos»; methlum =  «distrito», methlumers =  «de los distritos»).
        Asimismo, el etrusco conoció diferentes plurales en -chva, -chve, -va, -ia, quizá desig­
        nando valor colectivo (de avil =  «años»:  avilchva = «perenne»; de fler =  «estatua sa­
        grada»: flerchva = «grupo de estatuas sagradas»).
           También un nombre podía denotar tanto la singularidad como la pluralidad, se­
        gún su contexto y sobre todo si iba determinado por un numeral (avil =  «año», ciavil—
        «tres  años»).  Se han encontrado  también formas  de plural finalizadas en -l (mursl
        = «urnas»).


        Los sufijos

           El etrusco,  además del sufijo -r (vocalizado -ar, -er, -ur),  específico para construir
        el plural,  conoció bastantes más para formar determinadas palabras, las cuales, gra­
        cias a ellos, quedaban matizadas conceptualmente.  Uno de los sufijos más frecuen­
        tes fue -na, que daba origen a formas derivadas de pertenencia o de especificación, de
        tipo adjetival (suthina = «tumbal», de suthi =  «tumba»). Con -(a)ch, -(a)te y -(a)the se ob­
        tuvieron derivados geográficos  (Rumach = «romano») y abstractos (mulach = «ofren­
        da»), Mediante el sufijo -thurj su plural -thura se señalaba pertenencia a una colecti­
        vidad familiar o social (velthinathuras = «de los pertenecientes a la familia  Velthina»).
        Con -icu e -ichu se formaron los nomina agentis (cirichu =  «constructor», de car =  «cons­
        truir»), Algunos sufijos parece que dieron matices de diminutivos, caso de -za (murza
        = «umita», de murs = «urna»).
           La adición, aparentemente ilimitada, de sufijos,  teniendo carácter de segmentos
        con su propia individualidad fonológica, daba al etrusco una cierta afinidad con las
        lenguas  aglutinantes.  Como  ejemplo  se  puede  recoger la  forma thevruclnas,  que  se
        puede descomponer en thevru+cl+na+s, esto es, en el gentilicio thevru,  en el demos­
        trativo el, en la forma temática na y en la desinencia gramatical -s.



        Los pronombres

           Se han podido identificar algunas formas de pronombres personales, demostrati­
        vos, posesivos, interrogativos, relativos e indefinidos. Los personales de primera per­
        sona adoptan las formas mi para el nominativo («yo») y mini y me- para el acusativo

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