Page 449 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Las formas terminadas en -th(i) o -t(i) suelen indicar la segunda persona singular
del imperativo y también los gerundios (turthi = «da tú», «dando»). La terminación
en -u equivaldría, tal vez, al participio perfecto (zichu — «escrito», «que está escrito»)
y las terminaciones en -an y en -en al participio presente (turan = «que dan», «dan
do»), Por su parte, el participio pasivo de obligación se reconoce por sus desinencias
en -eri o -ri (thezeri = «debe ser hecho»).
Las formas verbales que finalizan en -ve, y -ue denotarían gerundios (tenve = «ha
biendo ejercido»). Los sufijos -ce y-he (muy abundantes en etrusco) señalarían formas
de tiempos perfectos de primera y tercera persona y tanto singular como plural
(turn = «he dado» y también «han dado»), y las formas terminadas en -as(a) y -thas(a)
denotarían participios presentes activos y participios pasados activos respectivamen
te (achanas — «que ha tenido»; salvathas = «habiendo vivido»). El participio pasado
pasivo adoptó las desinencias -u, -icu o icbu (íupu = «muerto»). Por su parte, el sufijo
-che parece ser que marcaría el pretérito perfecto pasivo (zikbuche = «ha sido escrito»).
De algunas desinencias se ignora su valor temporal. Tal vez las formas terminadas
en -ne equivaldrían a futuros (turne = ¿dará?») y las finalizadas en -sa a aoristos (tursa
= «¿dio?»). Muchas otras desinencias verbales son totalmente desconocidas (-il, -ri,
-eri, -in), a pesar de haberse buscado acomodos temporales.
El verbo «ser» se escribía con la raíz o tema am- y cuando actuaba como copula
tivo su forma solía elidirse. Del indicado verbo se conocen hasta ahora sólo las for
mas ama (presente de indicativo), ame (presente conjuntivo y perfecto o imperfecto)
y amce y amuce (perfecto).
Para muchos lingüistas (tesis iniciada por K. Olzscha), el verbo etrusco denotaría
en todos los casos carácter pasivo.
Para todo lo relacionado con la morfología del verbo etrusco deben consultarse
las excelentes monografías de K. Wylin (2000) y de G. M. Facchetti (2002), con apor
taciones de gran valor.
El etrusco, una lengua aglutinante
Algunos lingüistas han afirmado que el etrusco, tanto en su aspecto fonológico
como en el morfológico, presenta claras concomitancias con el sistema lingüístico in
doeuropeo, sistema que acabaría por sumergirlo o absorberlo.
Sin embargo, y a pesar de las concomitancias evidentes —explicables por haber
convivido muchos siglos al lado de pueblos de habla indoeuropea—, el etrusco tie
ne ciertos caracteres morfológicos y lexicales que abogan por afirmar que el etrusco
no fue una lengua indoeuropea, como el desaparecido sumerio, el húngaro, el finés
o el turco. No fue, por lo tanto, una lengua flexional semejante al griego o al latín,
sino aglutinante, caracterizada por acumular sufijos.
En el caso, por ejemplo, de la palabra clan, «hijo», si quería denotar el dativo plu
ral no fusionaba sufijos, sino que los aglutinaba, anotando con los mismos y por se
parado las nociones de dativo, por un lado, y de plural, por otro. Con ello obtenía
la palabra clenarasi (cien = radical modificado vocálicamente; -ar= marca de plural; y
-asi = marca del caso dativo), con el significado de «para los hijos». Además, y frente
a otra de las características del indoeuropeo, el femenino de clan no se construía
modificando su desinencia, sino empleando otra palabra radicalmente distinta:
sech, «hija». Las numerosas tentativas que se han efectuado para adecuar el etrusco
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