Page 453 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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davía era muy modesta en los siglos vi y v a.C. Tampoco los etruscos tuvieron mu
cho interés por la lengua de sus vecinos meridionales, excepción hecha con ocasión
de los contactos comerciales en los que era preciso un mínimo conocimiento del la
tín. Unicamente Veyes, por la larga duración de sus luchas con Roma, se interesó por
la lengua de sus enemigos.
Pocas noticias se tienen también acerca de la existencia de intérpretes, siempre ne
cesarios con ocasión de las embajadas. Ni Tito Livio ni Dionisio de Halicarnaso alu
den en sus obras a ellos, aunque el primer autor sí recoge la cita de que Escipión y
Aníbal, antes de Zama, los tuvieron (XXX, 30) y de que en el ejército romano hubo
un grupo de etruscos romanizados utilizados como intérpretes (X, 4). Dionisio de
Halicarnaso, por su parte, deja suponer la existencia de un heraldo etrusco bilingüe
en el enfrentamiento Roma-Veyes (IX, 21).
No se puede dudar de la existencia en Roma de intérpretes especializados en
etrusco, dado que algunos individuos de familias romanas etruscófonas serían bilin
gües. En casos precisos de entre tales personas se habrían improvisado los intérpre
tes. Además, se sabe que Mucio Scevola había aprendido etrusco junto a su nodri
za y que, en el siglo iv a.C:, era de buen tono enseñar la lengua etrusca a los jóve
nes romanos. A esto debe añadirse la presencia en Roma durante un siglo de una
monarquía etrusca. Poco se sabe de si los etruscos de Etruria se interesaron o no por
el latín.
Después de la captura de Veyes en el 396 a.C. se produjo un proceso de latiniza
ción que abocó en un segundo bilingüismo, lento pero progresivo, inmerso en la
romanización de las tierras conquistadas. El caso de Caere es significativo (Tito Li
vio, X, 4), así como el de no pocas familias etruscas (los Cilnii, por ejemplo) que ha
blaban latín.
Igualmente, parte de la población etrusca, en proceso de romanización, también
se hizo bilingüe, proceso en el que tal vez tuvo carta de naturaleza una política lin
güística romana, según se deduce de algunos textos de Plinio el Viejo (Nat. Hist., III, 39)
y de Valerio Máximo (II, 2). Si este segundo bilingüismo fue al comienzo lento, a par
tir de la Lex Iulia del 90 a.C. se aceleró totalmente, ya que los etruscos en tanto que
ciudadanos romanos hubieron de aprender latín, lo que no significó, por otro lado,
que el etrusco desapareciera, pues se seguían leyendo y comprendiendo los textos re
ligiosos etruscos, además de ser hablado con normalidad, según puede deducirse de
algunas citas de Lucrecio, Varrón, Verrio Flaco, Dionisio de Halicarnaso y Tito Livio.
Lengua que se mantendría viva en el siglo II si se interpreta correctamente un pasaje
de Aulo Gelo (XI, 7) y, probablemente, todavía leída, dado entonces su ya carácter
religioso, en el siglo rv, al decir de Ammiano Marcelino (XXIII, 5).
Es muy probable que durante el final de la República y comienzos del Imperio
el etrusco fuese hablado tan sólo por algunos eruditos romanos. Tras haber cohabita
do con la latín, la lengua etrusca se convirtió en superflua y, abandonada por su pro
pio pueblo, acabó por desaparecer.
Desde el punto de vista epigráfico, el latín no se impuso de inmediato sobre el
etrusco en las inscripciones, sobreviviendo ambos tipos gráficos hasta finales del si
glo iv o principios del m a.C., a partir del cual las inscripciones latinas —primero las
latinógrafas, luego las latinas— fueron ganando terreno hasta lograr la desaparición
epigráfica del etrusco, hecho ocurrido a comienzos del siglo i a.C.
Puede argumentarse que las inscripciones bilingües etrusco-latinas llegadas a
nuestros días son la mejor prueba de la existencia del bilingüismo en Italia, que al
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