Page 451 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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En  muchísimas  oraciones nominales,  el verbo  está,  como  se  ha  dicho,  elidido.
         Por lo común, el imperativo suele ir situado en primer lugar en las oraciones en que
         se exige su presencia (rachth tura nunthenth telfasel = «Prepara el incienso, ofrece este
         sacrificio», TLE, I, II,  10).
            Otra característica específica es la llamada «flexión de grupo», consistente en po­
         ner la desinencia del caso gramatical únicamente en el último nombre de un grupo,
         por lo común, de dos sustantivos, dejando el primero en su puro tema: maercepaziathes
         mi =  «Yo [soy]  de Ma(m)erco Paziathe» (CU, 2754). Sólo Paziathe tiene la desinencia
         del genitivo -s.



         Lé x ic o   e t r u s c o  y pr ésta m o s  l in g ü ís t ic o s
            Hoy por hoy,  el léxico etrusco está limitado  a palabras  conectadas, sobre todo,
         con el mundo funerario, familiar, social y jurídico, en razón del tipo de inscripciones
         que nos han llegado.  La carencia de obras literarias impide conocer el vocabulario
         etrusco, que sin duda hubó de ser muy rico. A partir de las poco más de 13.000 ins­
         cripciones conocidas se han podido comprender tan sólo unas 350 palabras, muchas
         de las cuales todavía no han sido correctamente interpretadas.
            Aunque unas pocas pueden conectarse con raíces indoeuropeas (por ejemplo, en
         etrusco: lautri =  «familia»; indoeuropeo: leudho =  «estirpe»), la inmensa mayoría del
         vocabulario etrusco no presenta ninguna conexión etimológica indoeuropea, excep­
         ción hecha de los préstamos griegos, itálicos y latinos de época histórica.
            Los textos de mayor longitud —algunos de los cuales se relacionarán después—,
         que son los que han aportado un mayor número de lemas o asuntos, ofrecen la po­
         sibilidad de analizar la estructura sintáctica etrusca; sin embargo, una verdadera tra­
         ducción de su vocabulario todavía no ha sido fijada, con excepción de algunos de los
         términos  que aparecen en determinadas inscripciones  de carácter bilingüe etrusco-
         latino.
            Las esferas semánticas que abarcan las palabras etruscas conocidas hasta hoy alu­
         den, según M. Pandolfini, a conceptos de parentela familiar, Estado y sociedad, mun­
         do  divino,  religioso  y  sacerdotal,  mundo  funerario,  música,  acciones  verbales  de
         «dar»,  «ofrecen»,  «hacen»,  «existir»,  «vivir»,  «morir»,  duración temporal y calendario,
         cuerpos  celestes,  términos  de  lugar, tipología de vasos y objetos  de  uso  cotidiano,
         plantas, animales, productos y numerales.
            Debe subrayarse que tales esferas semánticas se hallan representadas por unos po­
         cos vocablos en cada una de ellas.
            La onomástica constituye también una importante parcela en el léxico etrusco.
         Nos referimos  a los nombres propios de persona,  de divinidades específicamente
         etruscas y de seres mitológicos y sobrenaturales,  así como a los nombres  de lugar
         (toponomástica),  de los  que se conocen muy pocos, caracterizados por los sufijos
         -(u)na (Pupluna = Populonia;  Tarchna — Tarquinia) y -thri (Velathri = Volterra; Suth-
         ri = Sutri).
            Las palabras de origen extranjero se reducen, por otra parte, a los nombres de hé­
         roes  griegos y divinidades  griegas y latinas  (por ejemplo,  Hercle,  tomado  de Heracles;
         Apulu, de Apollan: Nethuns, de Neptunus, etc.), y a términos propios de las formas cerá­
         micas griegas (lechtum proviene de Mkythos; culicbna, de kylix, etc.), así como a unas cuan­
         tas palabras tomadas de los latinos, umbros, vénetos, oscos y otros pueblos itálicos.


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