Page 452 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Las g l o sa s d e pa labras e t r u s c a s
Alrededor de unas 60 palabras etruscas fueron citadas de modo ocasional —con
su traducción griega o latina— por escritores clásicos o fueron incluidas en glosarios.
Las mismas se encuentran en Varrón (De lingua latina), en Verrio Flaco (De verbo
rum significatione), en Dionisio de Halicarnaso (Antigüedades romanas), en San Isidoro
de Sevilla (Etymologicum) y, sobre todo, en el Lexicon de Esiquio, de época tardía, en
el Liber Glossarum de Plácido y en el Vocabularium de Papias. Tres de ellas, contenidas
en los Scholia de la Alexandria de Cofrón, fueron compiladas por el tardo-bizantino
J. Tzetzes.
Excepcionalmente, palabras etruscas se hallan citadas en obras de Varrón, Tito Li
vio, Suetonio, Festo, Estrabón, Plutarco, Dión Casio, Macrobio, Servio y Lydo.
De hecho, tales glosas —o lemas— poco ayudan a la comprensión de las inscrip
ciones etruscas. Además, las formas de las palabras no son al parecer originarias, sino
que se adecuaron a la fonética y a la morfología de las lenguas en que fueron recogi
das (ejemplo, etrusco: arse verse = latín: averte ignem = «aleja el fuego»).
Un núcleo notable de glosas etruscas lo constituyen nombres de plantas (apia
nam = «camomila» [chamaemelon, en griego]; odia — «hierba cana»; mutuca = «tomi
llo»), materias médicas (Dioscórides) y relación parcial de los meses del calendario,
siete de ellos claramente identificados (Papias).
En general, las glosas pertenecen al lenguaje sagrado (aisar = «dios»), a fenóme
nos naturales y atmosféricos (falado = «cielo»; aukelos = «aurora»), a la agrimensura y
construcción (atrium = «atrio»). Muy pocas se refirieron a temática política (lucumon
= «rey»; drouna = «poder»), al mundo del espectáculo (Insirió = «actop>; subulo = «toca
dor de flauta») o a nombres de animales (antar= «águila»; arimos = «mono»; damnos
— «caballo», capys = «halcón»).
Todas las glosas pueden verse en los TLE, 801-858, y en el Thesaurus Linguae Etrus
cae (vol. I, parte II).
Por otro lado, las observaciones fonéticas y gramaticales sobre algunas palabras
etruscas por parte de Varrón, Agrecio y Marciano Capella son de escasísimo valor.
El b ilin g ü is m o e t r u s c o - l a t i n o
Los contactos etrusco-latinos originaron el nacimiento de un bilingüismo total
mente necesario para que ambos pueblos pudieran comunicarse, hecho de gran im
portancia apenas recordado en las fuentes griegas y latinas. Se ha argumentado la
existencia de un primer bilingüismo arcaico, de carácter aristocrático, practicado tan
to por romanos que aprendieron etrusco como a la inversa. No hay duda de que este
aprendizaje ya habría tenido lugar en el siglo vi a.C., aprendizaje presente también
entre las clases populares bajo el reinado de los Tarquinios, facilitado por la presen
cia de artesanos etruscos en Roma y por los enfrentamientos armados entre ambos
pueblos, hecho documentado por Titio Livio (V, 15).
Tal bilingüismo tuvo lugar tanto en las ciudades latinas (etruscófonos) como en
las etruscas (latinófonos), si bien la parquedad de fuentes hace que el mismo deba ser
evaluado como fenómeno individual y marginal, dado que la influencia de Roma to-
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