Page 144 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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realidad histórica se extiende un abismo de desinformación que sólo
se mitiga con ponderada racionalidad, precisamente la que nos sugie
re estrafalaria la imagen de un Aníbal imponiendo por doquier regí
menes democráticos. Vargas Llosa sonríe satisfecho, pues gracias al
amigo americano su subcontinente exhibe democracias formales, aun
que el patrón (medida y propietario) se exprese de manera distinta en
Haití, Granada o, si se prefiere, en Argelia o Kuwait.
No obstante, el fantasma de Aníbal, exiliado tras su derrota en
Zama, se desvanece en la historiografía filorromana, mientras va ad
quiriendo en el pensamiento colectivo del oriente antirromano el
halo romántico del vigoroso general capaz de reorganizar las fuerzas
necesarias para vencer a la potencia dominante. Una literatura menor
—escasamente conservada, pero activa durante la guerra mitridática—
permite intuir hasta qué punto Aníbal antihéroe es la esperanza libe
radora del oriente helenístico. Y probablemente en Atenas se reelabo-
ra ese pensamiento, casi como un deseo clandestino, desde una pers
pectiva no mucho más racional que la burda propaganda de la eleuthe
ria, pues Aníbal representa un nuevo Heracles, conducido por los
dioses a través de los Alpes, lo que obliga a Escipión a asumir conno
taciones propias de Hércules para equilibrar la balanza en la heroiza-
ción de los antagonistas34.
D el destino
Aníbal estaba condenado al fracaso, porque la ira contra los roma
nos estaba en el origen de su destino. El exceso sólo es propio de los
dioses, que no perdonan a quien les arrebata sus pertenencias. Aníbal
pretende controlar su destino porque a ello se ha visto impelido en un
sacro acontecimiento de su niñez:
Se cuenta al respecto que, cuando Amílcar, tras su campaña de
Africa, iba a ofrecer un sacrificio a los dioses a punto de conducir
sus tropas a España, Aníbal, todavía de casi nueve años de edad, le
suplicó entre mimos que lo llevara a España; entonces su padre lo
34 Cfr. R. Merkelbach, Griecbkche Papyri der Hamburger Staats-und Unmersitat-Biblio-
thek, Hamburgo, 1954,51-74, núm. 129, que contiene una carta de Aníbal a los atenien
ses; E. Candiloro, «Politica e cultura in Atene da Pidna alia guerra mitridatica», SCO, 14,
1965, 134-176, esp. 171 y ss., se fecha el papiro entre fines del s. n y comienzos del i;
D. Pacella, «Sui rapporti di Alessandro con Roma e Caitagine nella leggenda», SCO, 34,
1984,108-118, con un análisis interesantísimo de la cuestión.
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