Page 145 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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acercó a los altares y le obligó a jurar con las manos sobre las vícti
mas del sacrificio que sería enemigo del pueblo romano tan pronto
como pudiera35.
El juramento obligado por su padre lo sitúa en una posición irre
versible, excesiva para la capacidad de un humano y, en consecuencia,
disparatada. El oscuro destino del héroe púnico es, pues, consecuen
cia de la falta de mesura, de la que se hace partícipe al acometer un
destino impuesto no por los dioses, sino por su propio padre36.
Por su parte, Viriato, «un hombre que aun siendo bárbaro estuvo
provisto de las cualidades más elevadas de un general»37, no podía
vencer porque el buen bárbaro de alma noble, con todas sus virtudes,
era impotente ante el aparato que le habría de oponer Roma con su
misión civilizadora. Pero el pataco lusitano no era absolutamente res
ponsable de sus actos. Actuaba impulsado por el destino al que se ha
bía visto abocado al salvarse de la ultrajante felonía de Galba. Roma,
envilecida por el magistrado, había de pagar su culpa con una prolon
gada guerra plagada de éxitos para el espontáneo pastor-estratego38.
Pero el destino de la Urbe estaba señalado con oropeles superiores a
los del lusitano, por lo que le queda reservada una muerte prematura,
propia de los escogidos por los dioses. Los amigos, antihéroes ocasio
nales, participan en una gesta pérfida que dice bien poco de la lealtad
inconmesurable de los hispanos.
Así pues, es la literatura clásica la que hace héroes a los enemigos
35 Liv. 21.1.4. La traducción procede de Tito Livio, Historia de Roma. La Segunda
Guena Púnica, tomo I, libros 21-25, edición de A. Ramírez de Verger y J. Fernández Val-
verde, Madrid, 1992. Sobre el juramento de Aníbal: Pol. 3.11.5-7; Liv. 35.19.3; C. Ne
pote, Aníbal2.3; Silio Itálico 1.81-84 y 114; Val..Max. 9.3; Ap. Iber. 9 y Antbal'i·, Floro
1.22.2; Orosio 4.14.3; Walbank, Historical Commentaiy on Polybius I, 314-315.
36 «Mas él, que había guardado, como si de una herencia de su padre se tratara, odio
a los romanos, lo conservó de tal manera que le duró hasta su muerte: así, expulsado de
su patria, y teniendo que pedir ayuda extranjera, no abandonó nunca la idea de luchar
contra los romanos», Cornelio Nepote, Vidas, intr., trad, y notas de M. Segura, Madrid,
BAC, 1985,210.
37 Ap. 75. Trad. A. Sancho, BCG, Madrid, 1980,166.
38 «Viriato es uno de aquellos grandes héroes populares que, como Arminio y Ver
cingetorix, Tacfarinas y Decébalo, unen las fuerzas dispersas de su nación y las dirigen
contra la hegemonía romana. Estos héroes, defensores de la libertad de la patria contra
el opresor extraño, suscitan el interés de los hombres de estudio y ganan la simpatía de
todos. Y estas guerras populares, tan imperfectas militar y políticamente, cautivan más
que las campañas del general más famoso»; P. Bosch Gimpera y P. Aguado Bleye, «La
conquista de España por Roma», en Historia de España II*, R. Menéndez Pidal (dir.),
Madrid, 1935,117.
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