Page 203 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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to de que se dedican a imitarlo (45, 3-5). Sin duda existía acuerdo en­
       tre el senado y el príncipe, pero Plinio sabe y lo dice que la iniciativa
       era exclusivamente imperial.
          Su gobierno, sin embargo, fue autoritario y en conjunto tradicio-
       nalista, aunque algunas medidas innovadoras que antes se atribuían a
       Adriano (desarrollo de la administración ecuestre, admisión en el se­
       nado  de numerosos  griegos y orientales)  actualmente se concede su
       paternidad a Trajano. Plinio el Joven reconoce que su poder es abso­
       luto  (Ep.  3, 20., «sunt quidem cuncta sub unius arbitrio») y que sus
       principales  colaboradores  son  amigos  personales,  amici  et  comites,
       miembros del Consejo.
          Pero el senado, complaciente sin ser engañado, decora su seguri­
       dad personal con el nombre de libertas.
          Tales son las realidades en el terreno de la legislación y la coopera­
       ción, que definen una forma específica de libertad, la otorgada y acep­
       tada obedientemente por esos colaboradores cuya misión consiste en
       coincidir con  el  príncipe,  seguramente  porque  éste  hace  la política
       que les interesa.
          Su constante política fue restituir al senado la perdida dignidad,
       consultando frecuentemente, proponiéndole cuestiones importantes
       y sobre todo teniéndole siempre informado de toda su actividad. In­
       cluso presidía reuniones del senado dirigiendo las discusiones.
          En realidad Trajano muy hábilmente consigue siempre la aproba­
       ción del senado a todas sus propuestas, incluso no tiene reacciones ne­
       gativas cuando coloca a sus gobernadores a la cabeza de las provincias
       senatoriales (Bitinia y Ponto), lo que era prerrogativa del senado.



       Relaciones  c o n el pueblo
          Nerón supo combinar perfectamente la máxima panem et circenses.
       La preocupación de Nerón por el aprovisionamiento de Roma es evi­
       dente en los testimonios conservados. En el 62, cuando una tempes­
       tad había destruido doscientas naves de grano en el puerto de Ostia y
       un incendio había arruinado otros cien bateles que remontaban el Ti­
       ber para llevar alimentos, Nerón impidió el pánico haciendo arrojar al
       río, en señal de desconfianza, el grano avaricioso. Además mantiene
       bajo  el  precio  de  mercado,  probablemente  concediendo  subsidios
       (subvenciones a los comerciantes de grano).
          Como ejemplo de generosidad, Suetonio cita una distribución de
       dinero a la plebe, que Tácito data en el 57. Tácito da cuenta asimismo

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