Page 69 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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dos de la guerra del Peloponeso. Ahora bien, las drcunstandas de la
guerra y sus repercusiones dentro de la ciudad provocaron alteracio
nes que afectaron a las actitudes propias de quienes eran normalmen
te discípulos de los sofistas entre los ciudadanos atenienses, los jóve
nes de la aristocracia que pretendían llegar a ser ilustres en la vida po
lítica. Entre los asistentes a la reunión descrita en el Protágoras
platónico se encuentra Alcibiades a quien, en el Alcibiades /, Sócrates
le reprocha el abandono de las amistades propias de la juventud aris
tocrática para dejarse llevar por la amistad del demos, bajo la pernicio
sa influencia de su tutor Pericles10. Al joven aristócrata, sin embargo,
le correspondió vivir momentos más complicados, pues ahora la coin
cidencia con los intereses del demos lo arrastraba necesariamente a una
actitud agresiva que se tradujo en la expedición a Sicilia, creadora de
fuertes contradicciones internas dentro de la ciudad, hasta el punto de
poner de relieve que, para los hombres de su clase y de sus ambicio
nes, la aceptación de la democracia no era más que el efecto del realis
mo consistente en que sólo así podrían, en aquellas circunstancias,
hacer carrera política. Así lo confiesa, según Tucídides (VI, 89), en el
discurso que pronunció en Esparta cuando buscaba refugio ante la
persecución a que lo sometían los atenienses por las acusadones de
impiedad que le imputaban tras los acontecimientos relacionados con
la expedición: la mutilación de los hermas y la profanación de las
prácticas de los misterios eleusinos. El amante del demos revela así las
claves de la colaboración entre éste y la aristocracia, basada en una ar
ticulación teórica propuesta por los sofistas, transformada paulatina
mente en pura técnica de la persuasión, con la que el aristócrata pre
tendía llegar a alcanzar los objetivos de su propia política. En sus reac
ciones, el demos se aferraba a las tradiciones, base de las acusaciones
contra Alcibiades y posiblemente contra el propio Protágoras, conde
nado por impiedad11.
Según Tucídides (III, 38), ya en el año 427, en el momento en que
se discute en la Asamblea ateniense el modo de castigar a los mitile-
nios rebeldes, Cleón llamaba la atención acerca de los peligros que po
día tener el hecho de prestar demasiada atención a los discursos de los
oradores. Las condiciones de la supervivencia del demos se van defi
niendo cada vez más en torno a la conservación y afirmación del con
trol sobre las ciudades del Imperio. La práctica sofística puede llegar a
convertirse en un obstáculo, agravada por el hecho de que, en casos
10 Ibid., «Platón y la Guerra del Peloponeso», Gerión, 3,1985, 53-55.
11 Ibid., «La condena de Protágoras en la historia de Atenas», Gerión, 6,1988,21-37.
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