Page 14 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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Caos.  Gea es la madre  universal.  Los  bosques,  las  monta­
           ñas,  las  profundas  grutas,  las  olas  del  mar,  el  vasto  cielo,
           nacen siempre  de Gea, la Tierra  madre. Así pues,  al prin­
           cipio  existió  el Vacío,  el  Caos,  inmensa  boca  informe  se­
           mejante  a  una  oscura  sima,  sin  límites,  pero  que  en  un
           momento  posterior  se  abre  sobre  un  sólido  suelo: la Tie­
           rra.  Esta  se  lanza  hacia  las  alturas  y se  hunde  en  las  pro­
           fundidades.
               Después  del  Caos y la Tierra aparece,  en  tercer  lugar,
           lo que los griegos  llamaron  Eros y denominaron  más ade­
           lante  «el viejo Amor»,  representado  con  canas en  las imá­
           genes:  es  el Amor primordial.  ¿Por  qué  este Eros  primor­
           dial?  Porque,  en  esas épocas  lejanas,  todavía no existen  lo
           masculino y lo femenino tal como nosotros lo conocemos,
           no  hay  seres  sexuados.  Este  Eros  primordial  no  es  el  que
           surgirá  más  adelante  de  la existencia  de hombres y muje­
           res,  de  machos  y  hembras.  A  partir  de  ese  momento,  el
           problema  consistirá  en  acoplar  a  sexos  opuestos,  lo  que
           conlleva necesariamente el deseo por parte de cada ser im­
           plicado, cierta forma de consentimiento, en suma.
               Así  pues,  el  Caos  es  asexuado,  no  es  masculino.  Sin
           embargo,  Gea,  la Tierra madre,  es,  necesariamente,  feme­
           nina,  Pero  ¿a quién  puede amar, como no sea a sí misma,
           ya que  está sola,  sin  más  compañía que el  Caos?  El Eros,
           que  aparece  en  tercer lugar,  después del Caos  y la Tierra,
           no  es,  al principio,  responsable  de hacer nacer los  amores
           sexuados.  El  primer Eros es  una manifestación de la ener­
           gía cósmica. De la misma manera que la Tierra ha surgido
           del Caos,  brotará de ella lo que contiene en sus  profundi­
           dades.  Lo  que estaba  mezclado  en  sus  entrañas  es llevado
           al exterior: ha parido sin necesidad de unirse con otro ser.
           Lo que la Tierra entrega y manifiesta es lo mismo que per­
           manecerá, envuelto en el misterio, en su seno.
               La  Tierra  pare  en  primer  lugar  a  un  personaje  muy


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