Page 33 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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LA SOBERANÍA DE ZEUS

             Así concluye  el primer  acto.  Ahora  Zeus  es  el vence­
         dor.  Ha conseguido  el  apoyo  de los  Cíclopes  y los  Heca­
         tonquiros,  así  como  la adhesión  de cierto  número de po­
         deres  titánicos.  En  especial,  de  una  diosa  que  representa
         todo lo que el mundo subterráneo,  el mundo infernal, así
         como el  mundo acuático,  pueden suponer de  fuerza peli­
         grosa:  Éstige.  Esta diosa se  sumerge en  las  profundidades
         de la tierra y el Tártaro, y luego, en un momento determi­
         nado, asoma a la superficie.  Las aguas de la Éstige son tan
         poderosas,  que  cualquier mortal  que beba de ellas  cae in­
         mediatamente  fulminado.  En  el  transcurso  de  la  batalla,
         Éstige  decide  abandonar  el  bando  de  los Titanes,  al  que
         pertenece por su origen,  y pasarse al de Zeus. Al alinearse
         con  éste,  Éstige  arrastra consigo a sus dos  hijos,  llamados
         Cratos  y  Βία.  Cratos  personifica  el  dominio,  el  poder  de
         dominar a los adversarios e imponérseles, y Bía, la violen­
         cia brutal que se enfrenta a la astucia.  Después de su vic­
         toria sobre los Titanes, Zeus está acompañado permanen­
         temente por Cratos, el poder universal, y Bía, la soberanía
         absoluta de los reyes,  una fuerza contra la cual no hay de­
         fensa posible.  Cuando Zeus se desplaza,  donde quiera que
         vaya, Cratos y Bía le acompañan constantemente, el uno a
         su derecha y la otra a su izquierda.
             Al ver esto,  los  Olímpicos,  sus hermanos y hermanas,
         deciden  que la soberanía corresponde a Zeus.  Los Titanes
         han  pagado  el precio de su infamia, y a partir de ese mo­
         mento  Zeus  asume  el  mando.  Divide  entre  los  dioses  los
         honores y los  privilegios.  Instituye un  universo  divino  je­
         rarquizado,  ordenado,  organizado y  que,  por  consiguien­
         te,  resultará  estable.  El  teatro  del  mundo  funciona,  y  el
         decorado está colocado.  En su cima reina Zeus,  el ordena­
         dor de un mundo salido originariamente del Caos.


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