Page 34 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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Se plantean otros problemas.  Urano y Cronos son se­
          res  semejantes  desde  muchos  puntos  de  vista.  Ambos  se
          caracterizan  por  el hecho  de  que no  han  querido que sus
          hijos  los  sucedan.  Los  dos  han  impedido  que  su  descen­
          dencia viera la  luz.  Esos  primeros  dioses  constituyen  una
          casta divina que rechaza que otra casta divina ocupe su lu­
          gar en la sucesión de las  generaciones.  Dejando  a un lado
          estas  analogías,  el  personaje  de  Urano  no  tiene  nada  que
          ver con el de Cronos desde el punto de vista de la fábula y
          el relato. Urano, procreado por Gea,  se aparea después in­
          definidamente  con  ella,  no  tiene  otro  objetivo  que  el  de
          unirse  a la  que  le  ha  parido  en  un  coito  ininterrumpido.
          Urano  carece  de  astucia,  está  desarmado.  No  imagina  ni
          por  un  instante que  Gea  pueda estar  descontenta de  él  y
          desee vengarse.
              A diferencia de Urano, Cronos  no bloquea su descen­
          dencia  en  el  vientre  materno,  sino  en  su  propio  vientre.
          Urano obedece a su compulsión de Eros primordial que lo
          inmoviliza y le obsesiona  por  Gea; por el contrario,  todo
          lo que hace  Cronos  está  determinado  por su voluntad  de
          mantener  el  poder,  de  seguir  siendo  el  soberano.  Cronos
          es el  primer político.  No  sólo es  el primer rey de los dio­
          ses, el primer rey del universo, sino que también es el pri­
          mero  en  pensar  de  manera  artera y política  por  miedo  a
          ser desposeído de su cetro.
              Con  Zeus  se  perfila  un  universo  muy  diferente.  Sus
          iguales  son  quienes  lo  eligen  para  convertirlo  en  su  rey.
          Reparte  con  la  mayor justicia  los  honores  que  cada  cual
          merece.  Mantiene  incluso  los privilegios  de  determinadas
          potencias  titánicas,  que ya los  poseían  antes de su  llegada
          al  poder,  y  que  no  se  han  alineado  claramente  en  uno  u
          otro  bando  en  el  conflicto  de  los  dioses.  Por ejemplo,  el
          Océano, el río que rodea el mundo,  no se ha pronunciado
          en  favor  de  los  Titanes  ni  de  los  Olímpicos.  Pues  bien,


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