Page 49 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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dioses  que  han  luchado  a  su lado  conservarán para  siem­
         pre jamás los privilegios de que han disfrutado. De ellos es
         el cielo,  el lugar que sólo conoce la luz, la luz pura.  En  la
         parte inferior del  mundo están  la noche y las  tinieblas;  es
          el Tártaro o Hades:  allí se encuentran los dioses vencidos,
         los monstruos dominados,  los  Gigantes  reducidos  a la in­
          movilidad,  atados  o adormilados como Cronos.  Están,  en
          cierto modo,  fuera de juego,  fuera del cosmos. El mundo,
          aparte  de  los  dioses,  incluye  los  animales  y  los  hombres.
          Estas  criaturas  conocen  a  un tiempo  la noche y el día,  el
          bien y el mal,  la vida y la muerte.  Su vida está entretejida
         con  la  muerte,  al  igual  que  los  alimentos  perecederos  de
          que se nutren.
             Al observar el desarrollo  de esta historia,  no cabe me­
          nos que pensar lo siguiente:  para que exista un mundo di­
          ferenciado,  con  sus  jerarquías  y  organización,  ha  hecho
          falta un primer acto de rebelión,  el que ha realizado Cro­
          nos  cuando  ha  castrado  a  Urano.  En  aquel  momento,
          Urano lanzó una maldición contra sus hijos,  una impreca­
          ción  que  los  amenazaba  con  una  culpa  que  expiar,  con
          una tisis. Así, el curso del tiempo es un curso contrariado,
          que  deja  sitio  para  el  mal y la venganza,  para las  Erinias,
          que  hacen  expiar  las  faltas,  para  las  Ceres.  Las  gotas  de
          sangre caídas  del miembro castrado  de Urano han engen­
          drado  las  fuerzas  de  violencia  en  toda  la  extensión  del
          mundo.  Pero  las  cosas  son  más  complicadas,  más  ambi­
          guas.  Entre las fuerzas de las  tinieblas,  que ocupan el uni­
          verso gracias al  primer acto  fundador de un cosmos orga­
          nizado  -la  mutilación  de  Urano-,  y  las  fuerzas  de
          concordia existe una especie de vínculo. Por una parte, las
          Erinias, los Gigantes y las Ninfas de la guerra, y, por otra,
          Afrodita.
              El caos ha engendrado a la Noche, y ésta ha dado vida
          a todas las fuerzas del mal.  Estas fuerzas  malvadas son,  en


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